
Decía Viktor Frankl, que los seres humanos tenemos siempre la última de las libertades y ésta es el elegir la forma en que queremos vivir, enfrentar el sufrimiento y la muerte. Y esa libertad nadie nos la puede quitar.
Pero me llama la atención cómo por encajar en un círculo social las personas eligen parecerse a los demás, hacer lo que otros hacen y dejar de lado sus propios gustos, sus rarezas, lo que los hace únicos y especiales.
Por estar intentando tener lo que tiene el vecino, viajar como viaja la amiga, el carro donde caben todos los niños, la casa donde caben todos los juguetes de esos niños etc… Nos pasamos la vida trabajando sin parar, corriendo de reunión laboral a reunión social y morimos de miedo de perdernos algo o no lograr dar la talla de competitividad intelectual y económica que el mundo exige.
¿Es necesario todo esto? Pues algunos dirán que sí y es respetable. Lo que creo es que si queremos meternos en esa corriente, pues que sea por decisión propia, porque elegimos ese tipo de vida, sabiendo lo que nos perderemos mientras logramos estar “a la altura”.
¿Que perdemos? individualidad, conexión profunda con los nuestros, ver crecer a nuestro hijos, tener citas con nuestra pareja en la que hablemos tranquilamente de nuestros gustos, nuestros sueños, la forma en que podemos apoyarnos, encuentros tranquilos con amigos y amistades verdaderas basadas en gustos similares…
No hay nada como vivir una vida que esté alineada con nuestros valores, donde el dinero que ganamos, el tiempo que tenemos y la energía que ponemos en las cosas nos da alegría, pero no esa alegría pasajera sino un gozo de saber que lo que hacemos tiene un propósito y que tenemos paz interior confianza y satisfacción por la vida elegida a propósito. Ojala nos diéramos cuenta lo fácil que es tenernos contentos con tan poco, cuando conocemos lo que es importante para nosotros.
Asumimos que nuestra felicidad viene pegada a posesiones materiales, fama, notoriedad, éxito, logros. Pero muchas veces en el intento por lograr todo eso, nos perdemos de algo mejor, familia, amor, relaciones personales, impacto social, huella en el mundo. Nos perdemos escuchando las voces de los demás y olvidamos nuestra voz interior que es la voz del sentido y el propósito en la vida. No siempre es fácil pero aquí unos tips para lograrlo:
- Vivir con intención requiere que nos conozcamos, que sepamos quienes somos y que queremos. Examinar cuáles son nuestras pasiones, talentos, habilidades, defectos. Aprender de nuestros errores y tener claro lo que queremos dejar al mundo.
- Vivir con intención requiere saber que nuestra vida es la suma de las elecciones que hacemos y asumir las consecuencias.
- Vivir con intención requiere que sepamos cómo manejar nuestras finanzas para llegar donde queremos llegar y no se nos vaya la vida tratando de alcanzar los sueños de otros.
- Vivir con intención requiere tener unos hábitos conscientes para vivir de acuerdo con lo que pensamos y tomar decisiones que aunque sean contracorriente, son las propias. Por ejemplo, ser creativos en nuestra forma de regalar o de recibir regalos, ser creativos en la forma de viajar, ayudar a otros etc…
- Ser intencionales se refiere también a la forma de comer, de vestir, de ver el mundo, de transportarse, y hasta de ejercer nuestra espiritualidad. No significa que algo esté bien o mal, no es blanco o negro. Es ser coherentes.
Remover lo que nos aleja de los valores y agradecer cada día lo que se tiene.