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¿Te sientes solo? 3 tipos de soledad que experimentamos y qué podemos hacer para estar bien con la vida

La soledad es uno de los temas más importantes en nuestra vida. Cuántas veces miramos a nuestro alrededor, nos vemos rodeados de gente, amigos, compañeros de trabajo, familiares queridos, pareja, hijos… pero nos sentimos infinitamente solos. ¿Qué es lo que pasa?

Esa sensación de aislamiento, de soledad y de vacío que no se llena con nada. Y es real.  Es una soledad existencial, es decir, todo en mi vida parece estar bien, pero en realidad, no me satisface.  Cuando no estoy haciendo cosas todo el tiempo, pensando, creando, trabajando, en reuniones sociales, me siento vacío, siempre queriendo más, buscando en lo externo para llenarme interiormente.

El psiquiatra Irvin Yalom (2015) distingue 3 tipos de soledad o aislamiento.  El interpersonal, el intrapersonal y el existencial.

El primero, el interpersonal, es cuando estamos solos, no tenemos comunidad ni sentido de pertenencia. Antes era más fácil, porque teníamos familias numerosas y extendidas, que hacían ruido.  Siempre la mesa llena, los niños jugando.  Los barrios residenciales eran  unidos, nos conocíamos unos con otros y jugábamos en la calle con los vecinos.  Las vecindades tenían un comercio necesario y confiábamos en la palabra, por lo que no era difícil sacar mercancía de la tienda al «debe». La iglesia, era también un centro de reunión y de ayuda mutua y hasta contábamos con el médico de cabecera que nos conocía al igual que a nuestros padres y abuelos y no era tan solo llamado cuando enfermábamos sino que era consejero personal al igual que el cura.  Hoy en día aunque estamos conectados tecnológicamente, nos encontramos en un sistema aislado, inmersos en el trabajo, y las relaciones son más distantes y difíciles.

El segundo, el intrapersonal, es cuando separo partes de mí mismo, es decir, cuando hago los deberes que se me imponen como si fueran míos; vivo las vidas de otros, acepto todo lo externo y vivo la vida sin haber contactado con lo que realmente pienso, valoro, creo y deseo.  Es cuando la vida me lleva por delante, y voy como en «piloto automático» haciendo lo que es debido, lo que se espera de mi por mi género, mi condición de hijo, por pertenecer a cierta comunidad/religión, etc…. Es una vida en la que ni siquiera se si me siento a gusto o no, pero «pedaleo» sin parar hasta que aparece algo que me frena en seco, un sufrimiento inevitable, el contacto con la muerte, y me veo realmente solo, conmigo mismo.

El tercero, es el aislamiento existencial, ese en el que tomamos consciencia de que nacemos solos y moriremos solos.  Morir por otro no significa que no tengamos que morir nosotros. De que nuestra vida es propia, nadie puede vivir por nosotros y somos los únicos responsables de ella.  De que somos libres, es decir dueños de nosotros mismos y responsables de la propia vida.  

Todo esto nos lleva a pensar, si realmente estamos solos, o simplemente nos falta conexión.  Lo importante es lograr ubicarnos en la realidad de la vida, conectar con lo que es mas grande que nosotros mismos, la naturaleza, la divinidad, el universo y la vida misma.  ¿Estamos realmente solos?

Si y no… Si estamos apegados a las cosas, al estatus de vida, a personas, a nuestros deseos; es decir, creamos necesidades como si de eso dependiera nuestra vida, no nos será fácil conectar con lo trascendente, con lo intangible, con lo importante.  Debemos hacer silencio, parar un instante, cerrar nuestros ojos y acallar la mente, para poder conocernos y estar a gusto con nosotros mismos.  Para poder ver a nuestro alrededor y no dejar de sorprendernos de las maravillas y los milagros que suceden a cada instante.  No dejar de ver al otro y sentirnos honrados con su presencia. No dejar de celebrar la vida y respetar la dignidad humana.  Porque al final, sí estamos solos, en nuestras elecciones, en la forma de vivir la propia vida y en el morir. Pero bien acompañados en este camino.

Te invito a parar un instante, revisar si te sientes sol@, si necesitas un cambio en tu vida y un impulso para elegir vivir una vida diferente, más vibrante y plena.  Una vida en la que disfrutes tu propia compañía para poder elegir, la compañía de otros libremente.  

Emily Atallah

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