En Colombia celebramos el día de las velitas y aunque somos un país católico, estoy convencida de que muchas personas no saben en realidad que la celebración se refiere a la vigilia antes del día de la Inmaculada concepción de la Virgen María, un dogma de fe promulgado por el Papa Pío IX el 8 de Diciembre de1854 en la Bula Ineffabilis Deus: “Por la gracia de Dios, la Virgen María fue preservada del pecado desde el momento de su concepción, es decir desde el instante en que María comenzó la vida humana” 7 datos interesantes sobre la Inmaculada Concepción
Pero independientemente de que las personas seamos conscientes o no de la festividad, es muy bonito que en todos los hogares se enciendan velitas, se prendan luces y se deseen buenas cosas para todos. Las familias se reúnen y se da inicio a las festividades navideñas y de fin de año.
Y se me vino a la cabeza que era importante reflexionar sobre qué significa la luz, ser luz y recibir luz.
La luz acaba con la oscuridad, -que es ausencia de luz-. Asociamos la oscuridad con no poder ver hacia donde vamos. La asociamos con el mal, con la ausencia de posibilidades, con el miedo y el terror de que pueda sucedernos algo terrible. Cuando estamos a oscuras nos desubicamos, no podemos andar, nos sentimos frágiles e inestables, no sabemos movernos ni tenemos donde ir. Nos asusta golpearnos con algo o caernos. Nos quedamos quietos ante la incertidumbre y el no saber para dónde vamos y qué obstáculos encontraremos en el camino. Es mejor parar. La oscuridad nos hace muy vulnerables.
Cuando vuelve la luz, todo se ilumina y volvemos a tener conocimiento de los espacios, los objetos se se encuentran en el lugar y el camino por donde debemos ir. El saber abre las puertas a nuevas posibilidades, hay esperanza, seguridad y alegría. Nos dan ganas de hacer algo, de movilizarnos nuevamente. La luz es movimiento.
Ser luz es como ser una linterna o un bombillo que al estar conectados a una fuente de poder, se prenden, irradian energía e iluminan el espacio. Para ser luz se necesita ser y estar. Una linterna sola no ilumina el camino. Es necesario encenderla y dirigirla. Un bombillo debe ser prendido. Se hace indispensable la voluntad para poder iluminar, porque si no, nos vamos apagando. Se nos acaban las pilas, la corriente, la conexión.
Si no brillamos dejamos que la oscuridad se apodere de nuestros espacios. Si no somos paz, dejaremos la vida en manos de la guerra. Si no somos la fuente de poder, dejamos el poder a la oscuridad. Con todas las consecuencias que eso puede traer para nuestra vida.
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Y entonces, ¿qué es ser luz? Se me ocurren varias cosas:
Es ser iluminador de oscuridades
Es ser compañía en el camino
Es ser nuevos caminos
Es ser posibilidad
Es ser esperanza
Es ser alegría
Es ser camino seguro
Es ser vida
Es ser apertura
Es ser creador
Es ser creativo
Es ser ideas
Es ser abundancia
Es ser escucha
Es ser conexión
Es ser mirada compasiva
Es ser inclusión
Es ser palabra
Es ser silencio elocuente
Es ser fuente de calma y paz
Es hacer todo nuevo
Es hacer presencia
Es hacer camino al andar
Es hacer el bien
Es desear el bien
Es bendecir
Es hablar bien
Es pensar bien
Para ti, habrá muchas más…
Esto me lleva a reflexionar, si en realidad seré luz en mi existencia. ¿Esa luz se refleja en todo lo que pienso, digo y hago? ¿Cómo soy luz para el mundo, para mi mundo?
Puedo pensar en algunas acciones concretas que me ayuden a ser consciente de mi misión iluminadora para que no se apague mi luz y en algún momento me convierta en oscuridad, en quejas constantes, críticas y juicios a los demás. Tambien te invito a pensar en tus propias acciones este día:
Te invito hoy a ser y recibir la luz… Con cariño, Emily
Escríbeme a emilyatallah@gmail.com