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Resignificando las dificultades

Por naturaleza, nos cuesta entender las dificultades y los sufrimientos, o por lo menos para mi siempre ha sido un enigma el por qué si hago las cosas bien, salen mal, o por qué aunque haya una buena intención detrás es tan difícil de lograr.  Y es que así es la vida, incierta.  

Nos sentimos cómodos mientras tenemos el control de todo y creemos que por ser seres dotados de inteligencia y voluntad, podemos hacerlo; también somos perfeccionistas, pero desde nuestra propia percepción de lo perfecto.  No toleramos nada diferente a lo que imaginamos y eso nos complica la vida.  Muchas veces lo «perfecto» si está ahí, pero no como deseamos.  Y entonces rechazamos todo eso que no se alinea con nuestra idea de valor, negamos todo lo que nos saca de nuestra zona de confort y nos aferramos a personas, cosas, proyectos, estilos de vida, de tal manera que si se van o se pierden se nos tambalea el mundo entero y nos es muy difícil recuperarnos.

Es importante cambiar nuestra percepción de las cosas, revisar la forma en que valoramos.  No somos todopoderosos aunque pensemos que sí; por lo tanto, estaremos siempre influidos por una serie de acontecimientos, personas y situaciones, a merced del tiempo y el espacio, que harán nuestros entornos y relaciones siempre cambiantes y diversas. 

Entonces, ¿para qué pensamos en lo que va a pasar en el futuro? o ¿dando vueltas a lo que ya sucedió?  Si somos conscientes de la incertidumbre de la vida, del paso del tiempo y su imposibilidad de volver atrás, nos será más factible (ojo, no fácil), aceptar y fluir. Requiere un trabajo personal profundo y constante.

Esto implica, estar bien con la incomodidad de no saber que va a pasar y tener que afrontar lo desconocido.  Aceptar que la mayoría de las cosas que nos sacan de nuestra zona de confort nos confrontan pero también nos llevan a un mundo de posibilidades que son las que nos hacen crecer, explorar, avanzar.

La zona de confort nos estanca, y aunque creamos que al fin hemos llegado a un punto en el cual estamos bien, la realidad es nos hemos acostumbrado a vivir de esa manera aunque no sea la ideal.  Obtenemos algunas ganancias inmediatas y malvivimos, podría decirse que «vendemos nuestra esencia por unas cuantas monedas brillantes».  

Mantenernos inertes, sin buscar el cambio es tan perjudicial como continuar controlando todo o manteniendo unas expectativas irreales.  De tanto pedalear sin lograr nada, terminamos exhaustos y enfermos en el largo plazo y preguntándonos qué fue lo que pasó.

El primer paso para el cambio, es aceptar en cada momento, lo que la vida nos ofrece.  Cuando aceptamos, podemos adaptarnos más fácil y con una base firme podremos avanzar nuevamente.  La adaptación implica que nos conectemos con la situación, física, mental, emocional y espiritualmente.  Y que tomemos acciones, que es donde se da la magia es decir, que adaptemos nuestros pensamientos, metas, inclusive los tropiezos, y los dolores a la realidad.  No podemos evadir el paso del tiempo, ni la muerte, pero podemos hablar de ello, expresar lo que siento y atravesar la enfermedad y la pérdida con una actitud diferente y con acciones que mejoren el malestar.

Nos damos cuenta de que aunque no se hayan desarrollado las cosas como queríamos, se abrieron otros caminos, adquirimos ciertas habilidades, conectamos con otras personas, en fin, resignificamos eso que en un momento dado nos impedía continuar.

Algunos tips para lograr resignificar:

  1. Soltar.  Creo que será muy difícil aceptar, adaptarse y fluir si no logramos soltar el deseo de controlar que todo salga perfecto, que al final nos crea una sensación de lucha incansable y mucha desilusión al no poder ver nuestros logros tal como los imaginábamos.  Nada bueno sale si no aprendemos a desprendernos, soltar, desapegarnos.
  2. Ubicarnos.  Es contactar con la realidad.  Dejar de soñar con lo que «debería ser» y abrazar lo que «es».  Ser objetivos en nuestros pensamientos y acciones así como en nuestras relaciones.  No podemos idealizar a las personas, porque somos seres humanos, cambiantes, vulnerables, únicos.  No podemos cambiar al otro ni pretender que sea como yo quiero.  No podemos evitar la muerte, ni siquiera la enfermedad ni tampoco el paso del tiempo.  Podemos disfrazarlo, pero eso no es real.
  3. Intuir.  Permitirnos sentir, hacer caso a lo que nos dicta el corazón que en realidad es toda una inteligencia compuesta por muchas cosas que nos ayuda a tomar decisiones con sentido, en medio de la paz interior.  Hemos acallado nuestras emociones por mucho tiempo y hemos racionalizado todo.  Eso nos ha alejado de nuestra esencia y ya no somos capaces de tomar acción si no está respaldada por datos.  
  4. Actuar.  Dar pequeños pasos que nos lleven a adquirir nuevas habilidades, ver las cosas de otra manera, cuidarnos mejor, ser más conscientes y hacerlo todo con intención.

Te invito a reflexionar un poco sobre todo esto, y de pronto ir dando pequeños pasos para poder salir del estancamiento, del sufrimiento, del dolor.  Si te es muy difícil, pide ayuda, para eso estamos en este mundo lleno de seres maravillosos.

Emily Atallah

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