Llevo mucho tiempo reflexionando sobre el tema del feminismo y cómo me gustaría a mi personalmente que fuera entendido por mis hijos, que es a quienes eduqué y son los que directamente hacen el cambio en el pensamiento generacional de mi linaje. Y no ha sido fácil. Como dije la vez pasada, es un tema que enciende pasiones y extremos y saltan a la vista todas las injusticias sufridas por las mujeres por milenios y que se quisieran erradicar de tajo.

En realidad todo se puede trabajar y mejorar. Somos posibilidad…
Hoy me centraré en la energía femenina y masculina en nosotras. Si, tenemos ambas y al reconocerlas podemos actuar de manera consciente, no desde la necesidad y la carencia.
No me siento identificada cuando hablan de características femeninas como exclusivas, que somos mas emocionales y ellos mas racionales; que somos delicadas, suaves y tenemos una mejor comunicación interpersonal. Son constructos sociales, pues si a los hombres les permitiéramos contactarse con su energía femenina, -muy seguramente y como muchos que conozco-, serían sensibles, buenos comunicadores, suaves y respetuosos en sus maneras, buenos cocineros, a cargo del hogar donde viven, lavando la ropa, limpiando, seguros de sí mismos y de su masculinidad.
¿Por qué no vernos más como seres humanos pertenecientes a un todo, que separarnos por deberismos sociales y culturales?
Hemos sido educados en un sistema patriarcal, que no necesariamente siempre fue así. Pero durante generaciones nuestros ancestros adoptaron ese sistema y el poder que obtuvo el hombre sobre la mujer al traer la comida producto de la caza al hogar hizo que se fuera adoptando una relación de dominio. La mujer se quedaba en casa con la descendencia, en comunidad, cultivando y cuidando el espacio y esperando en las épocas que no eran de cosecha, a que los hombres trajeran el alimento.
Ambos cuidan, pero de diferente manera.
Tener una ventaja de fuerza física (si, es difícil luchar contra los elementos y sobrevivir a las fieras) no debería ser fuente de dominio sobre el otro. Al quedarse en casa la mujer tenía otros retos, no menos significativos. Pero el cuidar de los más débiles hacía que se sometiera ella misma al poder del mas fuerte. Y así se fue originando ese patriarcado que dicta las leyes de lo que se debe o no hacer, de lo que está bien o mal, de quien gana cuanto, de cuales derechos son para quienes, etc…
Sobra decir que el sistema hoy en día es mas sutil, ya que no dependemos de la caza para vivir. La hemos cambiado por el dinero. En las familias, el padre «manda», se hace lo que el dice, muy probablemente con las mejores intenciones de bienestar para su familia en la mayoría de los casos. Y uno como hijo/pareja siempre se pregunta con cada decisión que toma: ¿Qué dirá el padre? ¿estará de acuerdo? ¿estará orgulloso de mi? Y así decidimos qué carrera estudiar, cómo seguir el «legado» de la familia, escoger pareja «digna» de pertenecer a mi núcleo familiar. Salimos de casa y el ciclo continúa, y vivimos la vida de otros.
Vale la pena preguntarse, ¿cuándo voy a dejar de ser hij@, para poder convertirme en padre/madre?. Y empezar a ser dueñ@ de mi vida, para poder moverme por convicción personal y no por la convicción de mis progenitores.
Es difícil separarse de la figura paterna, de autoridad, de guía, de valor y de juicio. La madre, el cuidado, el refugio, el cariño incondicional. Son dos extremos donde por un lado se pierde la identidad y por el otro se acepta todo sin condición.

¿Hacia donde voy a caminar? ¿Como encontrar mi valor personal sin rechazar mi feminidad, ni mi masculinidad, sino integrando ambas energías para que renazca una nueva forma de ser en el mundo?
Es importante analizar y aprender sin juicios de valor, lo que ha sucedido a través de los años y hacer las paces con nuestros ancestros. Porque hoy en día veo que nos movemos en polaridades; muchas mujeres no quieren saber nada de los hombres y muchas otras se han sobrecargado con todas las responsabilidades familiares y laborales sobre sus hombros.
¿Cómo cambiar la mirada de lo que «debe ser» un hombre/una mujer y los roles que «debe ejercer» cada uno? Porque mucho tiene que ver con esos constructos culturales del espacio que ocupamos cada uno. La diferencia asusta por lo que se erradica violentamente.
¿Por qué no educar más bien en la humanidad compartida, el respeto por la vida (cualquier vida), la dignidad de la persona?
Cuando hablo de hacer las paces con nuestros ancestros es desde la comprensión de sus vivencias, la época que les tocó vivir, la sociedad del momento. Tener una mirada compasiva, entender sus comportamientos y aprender de ellos para poder crear una sociedad mejor, mas incluyente pero sobre todo mas colaborativa, donde no haya roles por género sino por responsabilidad. Donde cada uno aporte desde su ser lo mejor a la descendencia. Contactar como mujer mi manera de cuidar pero también dentro de mi energía masculina ese ir por las cosas, conquistar el mundo. Como hombre proteger el nido trayendo lo que necesitan pero también apoyando emocionalmente con amor y presencia. En el complemento está el crecimiento y el desarrollo como especie.
¿Para que nos ayuda esta reflexión en lo cotidiano? Pues para poner límites en un mundo que nos exige perfección, pero no ofrece igualdad ni diferenciación.
No tenemos que ser iguales a los hombres, trabajar 24/7 ser grandes ejecutivas, demostrar que si somos capaces y suficientes y que somos multitasking, buenas esposas, excelentes madres, administradoras inigualables del hogar, y el producto son nuestros perfectos hijos que no cometen errores, etc…
Sólo escribirlo cansa. Y por eso vemos mujeres agotadas y amargadas, llenas de enfermedades crónicas, que además se quedan solas, y no encuentran el sentido de vida una vez los hijos se van de la casa. Mujeres dependientes del afecto, de su pareja y de sus hijos, dependientes siempre, aunque se hayan encargado de todo, toda la vida.
Poner límites y educar de forma diferente. conocerme y amarme para poder elegir desde lo que es valioso para mí. Saberme suficiente y capaz, no necesitada, conectada con mi energía masculina . Escoger una pareja que sea compañero, apoyo que comparta su vida con la mía, que ejerza su paternidad, que se conecte con su energía femenina para que podamos coincidir en la existencia.
-Emily Atallah-