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¿Por qué nos da miedo lo espiritual?

Lo espiritual es algo etéreo, no lo tocamos, ni lo comprobamos científicamente.  Lo asociamos a reglas, prohibiciones, normas y todo menos libertad.

Pero lo cierto, es que lo espiritual está ahí, como dimensión de la persona humana que se expresa a través de la corporalidad.  Lo espiritual no es religión, ni normas, ni rezos.  Estos son parte de su expresión también, y cada persona se relaciona de manera diferente, no solo con el otro sino consigo mismo y con el Absoluto.  La dimensión espiritual nos lleva a tomar distancia de nosotros mismos, dejar de pensar únicamente en nuestro propio ser, nuestra satisfacción personal, nuestros gustos y nos lleva a un despertar en comunidad, es decir, pensar en el otro, sentir empatía, propiciar una relación.

IMG_1960La dimensión espiritual también nos lleva a un estar en el mundo y ser conscientes de la naturaleza y sus bondades para nuestra propia vida, pero también nos condiciona a un uso racional de tal manera que pueda beneficiar no sólo a un individuo sino a todos y en diferentes generaciones.  Ese despertar al universo y no sentirnos solos, sino acompañados, es la dimensión del espíritu, que nos hace libres para actuar conociendo las necesidades del otro y del lugar en que vivimos.

Lo espiritual nos asusta en la medida en que lo limitamos a una creencia, a una institución o a un conjunto de mandamientos sin llevarlo más allá donde en lugar de encerrarnos en nosotros, decidimos que el universo entero y la eternidad son nuestro límite.

Para darle alas al espíritu debemos volver a degustar la belleza de una obra de arte (aunque no sea de nuestro agrado), de una pieza musical (clásica, contemporánea, rock, hip hop etc…todas son expresiones del ser humano, su cultura y su vivencia), de la naturaleza y sus maravillas.  Detallar la variedad de especies y asombrarnos con la perfección humana, viendo en el otro la misma maravilla que el creador quiso plasmar.

Y cuando llegamos al creador, no hay espíritu que no se pregunte por su existencia. Asi que por qué no hacernos la pregunta de Dios?  Reflexionar sobre Dios, nos lleva a reflexionar sobre la vida misma.  Y es valido llegar a cualquier conclusión!, pero la reflexión sobre lo importante es la que hace que maduremos espiritualmente.  Que tomemos distancia de nosotros mismos, nos veamos en situación y nos regulemos y apartemos de nuestras pasiones y nos decidamos en una opción por el otro, por el que más nos necesita.

No dejemos lo espiritual a un lado.  Eso nos limita a lo material y lo corpóreo.  Ayudemos a nuestros niños a gustar del silencio para captar los ruidos de lo natural, para conectarse con lo que está fuera de nosotros mismos.  Unos minutos de silencio cada día para luego expresar lo que se escucha, una reflexión sobre la vida, sobre la muerte. Una pieza de Bach o de Mozart sin dejar de lado a Bieber!

Reflexionar para encontrar lo bello en todo lo que hacemos, afianzar nuestra valía como seres humanos libres y dignos, sin necesidad de poner nuestra confianza en lo que piensen los demás.  Tal vez un poco de espiritualidad nos libre del tormento del bullying, de las soledades y los desamores y nos devuelva la autoestima propia de ser nosotros mismos: cuerpo y espíritu, únicos e irrepetibles.

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