Expectativas basadas en la perfección
¿No les suena familiar? A todo el mundo le decimos que sí. Nos comprometemos a varias reuniones en la oficina, estiramos el tiempo para alcanzar a la reunión de padres del colegio, luego a la cena familiar, donde muy seguramente nos pedirán encargarnos de la tía enferma el fin de semana y por supuesto que diremos que sí a eso también. Pediremos el mercado a domicilio, daremos vacaciones a la señora que nos ayuda y que tiene alguna situación familiar, llevaremos a los niños donde la tía pues no los podemos dejar solos en casa mientras el papá juega el torneo de golf, luego el domingo en la tarde haremos la torta de cumpleaños para mandar al colegio y nos encontraremos con otras madres en la papelería ya hacia las 10 de la noche comprando la cartulina para hacer el proyecto de ciencias del más pequeño, que debe entregar mañana. ¡Qué cansancio! el lunes con síndrome de lunes y premenstrual también, estaremos llorando por no tener un segundo para nosotras, y tener una semana llena de actividades que no estamos seguras de poder cumplir.
Por supuesto no tenemos tiempo para reflexionar sobre nuestras decisiones y la vida nos lleva a cuestas (¿o la llevamos nosotras?) hasta que en algún momento, llega el campanazo que nos hace parar en seco y dedicarnos a otra cosa. Pero normalmente esos campanazos, aunque son muy educativos, son fuertes; son un grito de la vida para que le respondamos y dejemos de hacer todo en piloto automático y tomemos decisiones conscientes.
¿Por qué nos cuesta decir No? Muchas veces queremos y debemos demostrar nuestro valor, cumpliendo las expectativas de los demás por encima de nuestros deseos y sueños. Debemos demostrar que sí podemos con todo, que sí somos capaces, que somos diligentes, organizadas, buenas mamás, buenas esposas, nos preocupamos por todos.
Necesitamos estar demostrando en nuestro trabajo, que no se equivocaron al contratarnos. Que podemos con eso y más.
Queremos agradar a todo el mundo. Nos movemos desde el miedo a perder la admiración de los demás hacia nosotras. Nos sentimos orgullosas cuando nuestra pareja alardea en las reuniones de lo bien que funciona todo con nosotras al frente.
Nos da temor que vean que realmente somos vulnerables, como todo ser humano. Que sentimos cansancio y nos enfermamos y que muchas veces no queremos hacer algo y otras tantas quisiéramos estar en otro lugar diferente. Nos da miedo que nos vean tal cual somos, sin maquillaje, sin máscaras.
Y qué pasaría si en lugar de estar demostrándole al mundo todo lo que hacemos nos demostramos a nosotras mismas lo que queremos? Qué pasaría si en lugar de vernos desde la perfección que es irreal, nos mostramos desde la vulnerabilidad que es la que nos llena de posibilidades?
Aceptarnos como somos, reconociendo los fallos que tenemos, las áreas en las cuales podríamos mejorar y a partir de ahí establecer unos objetivos claros de lo que queremos lograr en cada área de nuestra vida, es crucial para tener éxito desde lo verdadero y no desde una pantalla de perfección que sólo nos va a ocasionar enfermedades a largo plazo, rupturas afectivas y fracasos.
Aprender a decir NO a todo lo que no esté alineado con lo que queremos, no es ser descorteses, ni ineficientes, sino todo lo contrario. Es tener la mente centrada y trabajar mejorando cada día. Que cada persona haga su parte; no podemos suplir y ayudar a todos. Es mejor destinar nuestras ayudas organizadamente y no desparramar nuestro tiempo sin razón.
Te invito a revisar las áreas de tu vida que necesitan atención y encaminar todos tus esfuerzos a lograr tus objetivos propuestos. Dejar de decir que sí a todas las reuniones, encargarte de todo sola, sacar todos los proyectos adelante. Indirectamente también ayudas a los demás. No se trata de complacer a todo el mundo sino de lograr una mayor eficiencia y eficacia sin perder la vida en el intento