He estado reflexionando en la cantidad de cosas que nos complican la vida. Hoy en día está de moda hablar de minimalismo, vida simple, poner orden – yo soy la primera fanática de toda esta corriente, pues soy ordenada y me gusta lo necesario en la casa-, y hay personas que se han hecho realmente famosas con toda esta teoría de organización, vivir con poco, despedirnos de lo que nos sobra, vivir más lento y realizar un consumo más consciente. ¡Y eso está muy bien! y de hecho es necesario, si queremos continuar viviendo en nuestro planeta. El consumismo, a mi modo de ver, irá pasando de moda, o por lo menos se transformará en formas más amigables con el medio ambiente.
Se trata de todo un estilo de vida, donde buscamos intencionalmente tener paz interior, actuar de determinada forma basados en nuestros valores y que sea coherente con nuestros objetivos y la forma de vida que queremos tener, sin influencia de modas pasajeras, tendencias en redes o presiones de grupo laboral o social.
Esto abarca todas las áreas en las cuales nos desempeñamos, lo que tenemos, consumimos, cómo nos educamos, etc…
Hoy me quiero centrar en algunas palabras que me vienen a la mente y que nos complican la vida. No hay ningún orden de importancia y tampoco es una lista exhaustiva. Es tan solo una invitación a pensar nuestra forma de vivir desprendernos de tanta preocupaciones innecesarias para tener tiempo de ocuparnos de lo verdaderamente importante:
- Incertidumbre vs. certezas: Es imposible saberlo todo y tener la seguridad de lo que nos espera; esa necesidad de control lo que nos produce es angustia, ansiedad y estrés. El antídoto podría ser la aceptación de las cosas como vienen y vivir en el presente con una actitud de curiosidad y de asombro. Por supuesto que podemos planear algunas cosas a futuro pero tener certezas y absoluto control, no es posible y la flexibilidad nos ayudará a irnos adaptando con éxito e ir actuando coherentemente de acuerdo con nuestros objetivos y con la situación que estemos viviendo. Esto es avanzar y fluir, no resignarse, que sería un poco como quedarse paralizado y «dejar así».
- Expectativas: Siempre estamos esperando algo específico de los demás, y por lo general, quedamos decepcionados. Cada ser humano es único e irrepetible. Suponemos que todos «deberían ser, pensar o actuar» de determinada manera y vemos todo en negro y blanco sin pensar que hay tantos tonos de gris como personas. Si dejamos de suponer y de percibir las cosas desde nuestros deseos y sentimientos, dejaremos de esperar una realidad que tal vez no se vaya a dar nunca. Simplifiquemos nuestros pensamientos. Seamos claros al hablar, directos al expresar lo que queremos, abiertos a escuchar al otro y entender su punto de vista aunque no lo compartamos, sin juzgarlo por pensar diferente. Los consensos nos facilitan la vida y nos dejan el camino libre para hacer nuestra tarea sin estar pendientes de la de los demás.
- Lucha y rechazo ante la vida si no es como creemos que «debe ser». Negar una realidad, nos complica demasiado. No nos deja tener paz interior. Abrirnos a nuevas posibilidades y nuevos caminos, investigar nuevas rutas, ampliar nuestra mirada nos lleva a vivir plenamente y entregarnos a nuevas causas -que tal vez nos llenen el alma-, y que antes no lográbamos ver.
- Deseo de poder: El creernos más que los demás y querer manipular a las personas y las situaciones es desgastante. Intentar ejercer un liderazgo autoritario, lleno de órdenes, premios y castigos lo único que hace es que perdamos nuestro tiempo maquinando la próxima jugada del poder y hace que nuestras relaciones personales sean superficiales e interesadas. Es un juego desgastante, donde quien cree que gana, en realidad se enfrenta a una existencia solitaria y triste. ¿Qué mejor que unir fuerzas, colaborar con ideas, ser un líder cercano que coordina seres humanos que entregan lo mejor de si mismos por convicción?
- Miedo: Todos sentimos temor ante una amenaza. Esto se debe a que hay cosas, personas, situaciones que son valiosas para nosotros y ante la perspectiva de perderlas de forma definitiva, nos atemorizamos y salimos huyendo, luchamos por lo que es nuestro, o nos quedamos paralizados viendo pasar la vida ante nuestros ojos. Es que el miedo es una emoción muy importante que nos lleva a defender lo que es nuestro, pero cuando actuamos siempre desde ahí y vemos la vida como una amenaza constante, nos convertimos en seres humanos mezquinos, pobres de espíritu o incapaces de responder ante los desafíos que se nos presentan en la vida. Debemos estar muy conectados con nuestro ser interior, con nuestra intuición y nuestras emociones para darle al miedo su lugar y no vivir viendo fantasmas por todos lados.
- Rumores, chismes, fake news…. vivir pendientes de la vida de los demás, hacer un océano de una gota de agua, alimentar los temores de los demás, esparcir teorías falsas. Qué cansancio y qué pérdida de tiempo. No tiene justificación perder la vida en cosas que alimentan el morbo de las personas, sus temores y se entrometen en sus vidas privadas. Se convierte en una cárcel, literalmente, donde nos veremos presos de todo lo que se dice en redes, sin libertad para pensar por nosotros mismos.
Te invito a reflexionar sobre estas palabras y a ver si se te ocurren algunas otras que te compliquen la vida. Vivir una vida simple también se refiere a nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, actos conscientes, ideales, intereses, vocación, relaciones, etc….