Saltar al contenido

Nueva normalidad: Expectativas vs. Realidad. Intentando encontrar el sentido de vida a pesar de todo…

Adaptarse es de hecho, encontrar la nueva normalidad.  Querer que todo vuelva a ser como antes es quedarse en un pasado que no volverá, porque simplemente todo cambia.  Ahí está la clave, en aceptar, que ya nada será igual y abrazar lo nuevo, lo incierto, lo desconocido.  Ir fluyendo con los cambios.

Lo único que podemos controlar en estos momentos, es nuestra actitud ante lo que pasa, elegir cómo enfrentamos las dificultades de la vida.  Tenemos dos opciones:

  1. Preocuparnos sin parar por lo que podría salir mal o empeorar
  2. Elegir una actitud diferente donde la posibilidad sea la protagonista

Si elijo la segunda, significa que me alineo con el entorno, con el universo para  atraer con optimismo, todas las oportunidades desde la abundancia.  Sólo cuando podamos ver hacia atrás, veremos como todo se conecta, todo pasa por algo, todo trae un aprendizaje y nos ayuda a evolucionar y crecer como seres humanos. Abro la oportunidad a encontrar el sentido de vida, es decir, a una vida conectada con personas, situaciones y cosas valiosas más allá de los sufrimientos y la adversidad.

¿Qué actitud eliges hoy? Al final ¿no es mejor afrontar la vida con una sonrisa en lugar de poner una cara amarga?

Lo normal es lo conocido.  La pandemia nos ha obligado a desaprender, experimentar y aprender nuevamente.  Estamos haciendo las cosas de forma diferente. ¿Pero será que esto es duradero?  O será que es producto del miedo al contagio, de las restricciones impuestas por las autoridades, y porque nos toca?

Ahí se encuentra la diferencia.  Desde dónde nos movemos al realizar nuevos aprendizajes.  Si no vienen de una convicción profunda, en cuanto la amenaza desaparezca, el mundo volverá a ser como antes, sin ninguna duda.  Si no encontramos lo realmente valioso en toda esta experiencia, volveremos a hacer lo que nos era conocido y nos daba resultados.  No hay cambio. Así que los tres temas principales creo que se pueden englobar en aceptación, flexibilidad y adaptación.

Afrontar estos tiempos, es difícil. No ir a la oficina, la desconfianza  y la sensación de «pérdida de control» hacen que el teletrabajo sea una pesadilla en la que no podemos tener la certeza de si los colaboradores están en la jugada, o se encuentran realizando labores domésticas en su tiempo laboral.  Y ya empiezan a salir softwares especializados en controlar los computadores de los empleados o se programan reuniones interminables con el fin de tener la sensación de que todo sigue igual y la empresa marcha perfectamente. Estar en casa es tener que lidiar con hijos, pareja, compartir espacios, ejercer el cuidado del hogar y todo se junta, cuando antes los tiempos estaban distribuidos durante el día y uno se podía dedicar a una cosa a la vez.

Aceptación de que la situación es retadora, que no se puede controlar todo, que hay que confiar, delegar, ser creativos y tener la certeza de que ésta es una oportunidad de  que las cosas sean mejor.  Para eso debemos saber qué nos gustaría mejorar de forma personal, con relación a los otros y con relación al mundo.  Conocernos y saber qué es lo verdaderamente importante para uno; en donde vale la pena invertir mis energías y dejar de lado otras cosas que me roban la paz interior. Saber qué huella queremos dejar, cómo queremos influir a un cambio que a todas luces es necesario y que cada uno puede aportar su granito de arena, si así lo decide.

Flexibilidad para lograr que los retos sean superados de la manera más suave para todos en la empresa/hogar, que sean fuente de crecimiento personal y comunitario.  Flexibilidad para entender a nuestros colaboradores/pareja/hijos fuera del ámbito en el que nos desempeñamos, y saber que cada tiene sus propias preocupaciones y deseos y retos.  Flexibilidad para entender que hay otras formas de hacer las cosas, que pueden resultar igual o más exitosas que las ya conocidas y que también hay otras metas diferentes que se pueden lograr aparte de la productividad y las ganancias monetarias y el orden perfecto de las cosas (donde hay vida hay desorden). 

Adaptación a un nuevo normal, es decir, saber que no vamos a volver a lo anterior exactamente como lo conocíamos.  Que las herramientas que estamos implementando deben ser cada día mejoradas, discutidas con todos, con unos objetivos claros que se alineen con los valores personales/empresariales y que vayan en concordancia con el bienestar de todos y del planeta; es decir que dejen una huella de valor que haga del mundo un lugar mejor.

Este es un momento difícil, pero también es una oportunidad para plantearnos como sociedad, como empresa, como familia y como seres humanos:

¿Qué huella queremos dejar? ¿Cómo queremos continuar viviendo? ¿queremos que se nos pase la vida sin ningún significado o queremos ser los dueños de nuestro destino y dejar un mundo mejor a los que nos siguen?

Para esto hay que alinear el corazón y la cabeza.  Lo emocionall y lo racional.  Poner mas atención a lo que sentimos, a escucharnos profundamente y desde la sabiduría interna entender lo que necesitamos en estos momentos.

Las respuestas están en cada uno de nosotros, en realidad no necesitamos a nadie que nos diga qué es lo que hay que hacer (¡ni siquiera yo!). 

Estoy aquí para acompañarte y de pronto darte un empujoncito y seguro un abrazo;  pero sólo tu puedes hacer que sucedan las cosas.  Es tu decisión empezar a moverte desde el presente, desde lo que hay en estos momentos, con dificultades y miedos incluidos.

Lo que te puedo decir es:

  1. Haz lo que tengas que hacer, aunque tengas miedo.  Abraza el cambio.
  2. Hazlo aunque no te sientas listo, totalmente preparado, perfecto. Se flexible y paciente con tus procesos.
  3. Empieza y falla.  Y vuelve a empezar.  Nada es definitivo en la vida y siempre se aprende a hacer las cosas de manera diferente.  Disfruta y celebra lo aprendido.
  4. Escucha tu intuición, sigue tu instinto.  Empieza por cambiar algunos hábitos que te mantienen la cabeza y el corazón tan ocupados que no puedes ni pensar. 
  5. Para unos minutos cada día y conecta con tu interior.  Ahí se van abriendo los caminos.  Afronta cada día con una actitud de oportunidad.

Ni un paso atrás… siempre adelante con el corazón y la razón

Emily Atallah

A %d blogueros les gusta esto: