En ésta navidad, déjate tocar por la vida. Cambia tu existencia.
Se habla mucho de todo «lo bueno» que ha traído este año retador. ¿Qué pasa si yo no lo veo?
Cuando estamos transitando por una noche oscura del alma, nos es difícil ver más allá de nuestro dolor y sufrimiento. Muchas personas están pasando por momentos de ansiedad fuerte, viviendo la muerte de seres queridos, pérdida de la salud, del trabajo. No ven las oportunidades, les es difícil encontrar aprendizajes, la lucha es profunda; el dolor nubla las posibilidades, al menos momentáneamente…. Lo importante es reconocer el momento por el cual estamos pasando, vivirlo, nombrar las emociones y sentirlas. No disfrazar el sufrimiento dejándose llevar por las fechas, haciendo todo lo que no se pudo hacer durante el año.
La noche oscura, el sufrimiento, es oportunidad de ser mejores pero también puede ser ocasión de caída y hundimiento. La clave está en hacer un alto, reconocer y vivir a plenitud el momento sin caer en el pesimismo y la sin salida. Si somos conscientes de que estamos atravesando una etapa, que va a pasar, como todo en la vida, podremos crecer personalmente.
Creo que algo clave en estos momentos es el respeto por el ritmo personal. Y aquí me gustaría contarles una metáfora que leí en el libro de Miguel Ángel Conesa «Hacia el sentido», un psicólogo logoterapeuta español que admiro muchísimo por su claridad, sabiduría y vivencia.
«El bambú tiene dos características muy llamativas: Tarda siete años en sacar los primeros brotes, una vez se ha plantado la semilla. ¿Es mucho tiempo? Es su tiempo».
Esto nos lleva a ver que no podemos acelerar el proceso de una persona que vive una noche oscura del alma. No podemos acelerar ningún proceso personal, hay que vivirlo, el tiempo que tarde.
Poner tiempos al duelo, es tan sólo otro «debería». Sin embargo, sí podemos apoyar y ayudar con nuestra presencia, nuestra escucha activa, nuestro «estar ahí para ti». Y aunque este año nos haya dado la oportunidad de ver más allá de nuestra agitada vida, cada quien a su ritmo podrá ir interiorizando sus aprendizajes, transitando sus duelos. Así que es difícil decirle a todos que estemos alegres, que hagamos “como si” no pasara nada. No podemos imponer ritmos, sólo podemos acompañar.
«Una vez han pasado los siete años de preparación de la semilla, el bambú crece 30 metros en tan sólo seis semanas. Es un crecimiento espectacular que muestra que el crecimiento interno no ha sido en vano”. Sin prisas, sin acelerar lo que no se puede acelerar, sin querer ver los resultados de forma inmediata, el bambú nos muestra que el proceso es sólido, que a pesar de no ver la luz en siete años, luego se levanta fuerte hacia la luz del sol.
Y aquí se evidencia la segunda característica del bambú, como nos la cuenta el maestro Conesa: La flexibilidad. «El bambú resiste las fuerzas que llegan, el viento no lo quiebra sino se arquea y dobla de forma adaptativa mientras pasa».
Y me parece una característica muy importante en estos momentos, pues podemos ver la pandemia y sus consecuencias como un ventarrón, un huracán tal vez, que también va a pasar. Dejando sus destrozos, pero va a pasar. Y la flexibilidad nos va a ayudar a ver esos aprendizajes, esas fortalezas propias con las que logramos afrontar el temporal y a adaptarnos.
Seremos capaces de ver que a pesar de nuestra vulnerabilidad, hemos tenido el coraje de transitar el sufrimiento y salir fortalecidos. Nos convertimos en alguien diferente, alguien que ha cambiado y es un nuevo ser humano lleno de habilidades, capacidades diferentes, que le ayudarán a afrontar nuevas situaciones que le lleguen.
Esto es para mí, símbolo de Navidad, un nacer a una nueva vida después de atravesar el dolor y el sufrimiento. No es negar sino vivir plenamente. No es resignarse sino afrontar. No es abandonarse sino soltar activamente para adaptarse llevando de la mano la ansiedad, la depresión, la tristeza, el miedo, la angustia.
Como un amigo que nos acompaña pero no se nos impone. Nosotros somos los dueños de nuestra vida, es nuestra decisión personal la forma en que queremos afrontar la dificultad. Y el Espíritu, parte nuestra, es el que nos lleva a oponernos a nuestro organismo psicofísico y lograr por convicción interior dar ese paso adelante para superar la noche oscura del alma.
Algunas ideas para afrontar la dificultad y renacer:
- Reconocer cuál es mi dolor (restricción a mi libertad, miedo al contagio, miedo a la muerte mía o de los cercanos, enfrentarme a no tener todo organizado en caso de que algo me pase, pérdida del trabajo, pérdida de mi calidad de vida etc…). El dolor es personal, es lo más importante para cada persona en ese momento. Darle su lugar, no ocultarlo con sustancias, alcohol, drogas, compras, fiesta, sexo sin sentido.
- Reflexión interior en un clima de silencio, meditación, oración, presencia plena. Analizar mi dolor, aceptar lo que me ha traído, despedirme de lo que «era antes de»… y abrazar la nueva situación.
- Crear hábitos nuevos a partir del cambio. Paso a paso, de a poquitos. Pero si estoy encerrada, ver como puedo iniciar unas nuevas rutinas; si he perdido a alguien, ver cómo puedo hacerle presente en mi vida, de manera espiritual; si he perdido la salud, ver cómo puedo hacer para llevar una vida sana a pesar de las limitaciones, etc…. Eso es aceptar y adaptarse.
- Crear nuevas oportunidades. No es sólo verlas, sino hacer algo por crearlas. A pesar de lo que ha pasado. Inventar, innovar, diseñar, crear un nuevo modo de vida. Esto sólo lo logro conectando con mis valores, con lo que es importante para mí y volviendo a soñar. Ir por lo que me gusta, y ponerle mi pasión, mi originalidad y lo mejor de mi ser.
Es el final del año pero también el símbolo de un nacimiento a una vida plena de sentido. Lo importante es aprender del pasado y ver lo valioso en todo. Estar abiertos al cambio, a dejarnos tocar por la vida, contactar con nuestro interior y con lo que nos rodea y poder tener una actitud agradecida ante tanto que damos por sentado, pero que es un regalo (gratuito, inmerecido).
Es más fácil escribirlo que ponerlo en práctica, muchas veces necesitamos ayuda, acompañamiento para lograrlo. Busca en la lectura, en la investigación, en la terapia, en la dirección espiritual. Lo importante es no quedarse quieto, pues en la acción es donde sucede la magia.
Te invito a sentir plenamente la vida, a cambiar lo que no es valioso para ti para conectar con lo que te hace vibrar de verdad.
-Emily Atallah-