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Mi vida es mi marca personal

Hoy en día está de moda la marca personal; cómo nos presentamos al mundo, cómo nos «vendemos» para atraer más clientes, seguidores, amigos, likes, etc… Y hay muchísimos talleres muy buenos de cómo hacerlo, incluso muchos que realmente se preocupan porque muestres una faceta real de tu vida, cuentes una historia que sea atractiva y haga que los demás empaticen contigo.

Y todo eso está muy bien, porque vivimos en un mundo hiperconectado, nos enteramos «de todo», lo sabemos todo.  Inclusive, nos atrevemos a contar historias de tragedia personal, que ha impulsado un cambio radical en la vida.  Nos exponemos al desnudo, ante los demás mostrando nuestras vulnerabilidades al máximo para que aquellos que pasan «por lo mismo» se sientan identificados.

¿Hasta dónde esto es «realmente la realidad»?  Creo que esa avidez de atraer a partir de nuestras vicisitudes y contar lo más íntimo y profundo a las personas en la red no pasa de ser un artilugio publicitario.  No es que no tengamos sufrimientos, eso es inevitable durante nuestra existencia.  Pero ventilarlos ante todo el mundo así no más, debe ser muy difícil, y no sé hasta qué punto sea terapéutico.  Estoy convencida de que los vínculos curan y hablar de nuestros dolores es muy importante, pero escogiendo muy bien con quién lo hacemos y generando un encuentro donde exista una relación profunda de escucha activa, de disponibilidad generosa y compasiva y mucho amor, para que no se cause más daño al alma ya herida.

La exposición de vulnerabilidades, sufrimientos y dolores se está convirtiendo en una moda más, y la mejor forma de vender tus productos y servicios.  Pero eso le quita autenticidad (por supuesto que habrá quien lo haga genuinamente y quiera exponerse de esa forma, no puedo generalizar). Lo que quiero decir, es que como dice el dicho :»Ni tanto que queme al santo, ni tan poquito que no lo alumbre».  Por supuesto que el morbo de la gente existe y alimentarlo hace que nos sigan mas personas.  Pero tengamos cuidado en las redes, pues no todos los seguidores se preocupan realmente por nosotros ni quieren nuestro bienestar ni nuestra sanación; sólo quieren que les alimentemos el ego y la curiosidad.

Creo que ser más genuinos y reservados nos ayuda a guardar las debidas distancias.  A poner una línea entre lo que es privado en mi vida y lo que sí puedo compartir con todos.  Recordemos que no todos los «amigos» o seguidores en las redes lo son realmente.  A la mayoría no les interesamos.  Y al final, el vacío nos queda a nosotros.

Vivir una vida auténtica, haciendo lo que creemos por convicción, es decir, lo que está de acuerdo con nuestros valores más profundos y elevados, es lo que nos va a llevar a encontrar el sentido y vivir una vida plena y significativa.  Miremos en nuestro interior, en el silencio profundo de nuestra mente y encontremos lo que realmente nos mueve. 

Que la forma de construir nuestra marca personal sea una vida llena de momentos en los cuales podamos conectar con nosotros mismos, con los demás y con lo más valioso. 

Poder vivir nuestra propia vida, sin tener que seguir los lineamientos que dicta la moda para construir nuestra marca, sin tener que contar algo triste, trágico, que «mueva a los demás» para que nos consideren como una opción. 

Poder vivir tal como es nuestra vida, de pronto sin grandes sobresaltos ni historias truculentas, de pronto sin grandes muestras de altruismo, de pronto vidas simples y sencillas, o no.  No importa en realidad, porque toda vida es valiosa, con lo que es.  Sin necesidad de máscaras, maquillajes, complicaciones.  Mi vida así tal cual, es mi marca personal.

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