Desde hace un tiempo decidí tratar un tema de forma mensual y escribir semanalmente una reflexión de tal manera que al final del año podamos decir que hemos vivido mas intencionada y conscientemente. Y el tema de hoy me llama poderosamente a vivir de esa manera. Porque después de haber meditado bastante, he logrado integrar todo el tema de valores y llevarlo a la práctica empezando por el amor propio. Nadie da lo que no tiene. Y es muy difícil lograr percibir valores en general si no hemos percibido el valor en nosotros mismos.
Esto ha sido especialmente difícil para mí, pues me cuesta trabajo contactar con lo sensible, con mis sentimientos y emociones, reconocerlos y expresarlos. Y fui educada en un ambiente donde estar pendiente de mi misma no era bien visto. Siempre me educaron muy en la línea de la humildad y el servicio donde tener deseos propios y querer estar bien emocional, corporal y económicamente no era tomado en cuenta.
Pero la realidad es que debemos partir del amor propio para sabernos suficientes y empoderadas de nuestra protección y cuidado y así poder entregar a los demás una mejor versión propia. Pensar en nosotros mismos no debe ser un tema superficial ni mundano, sino la plataforma para reconocer los valores mas elevados y espirituales.
El sentido de vida es una percepción de lo valioso desde lo emocional y lo racional. Es decir que nos atrae porque sabemos que es bueno, que construye vida y por lo tanto nos lleva a vivir de determinada manera, de forma coherente y por convicción personal. Si no es así, no es sentido de mi vida, y si no es bueno, no es valor.
Por lo tanto todas las decisiones que tomo, pueden ser tomadas desde lo valioso para mí, o lo valioso para otros. Pero igual soy yo quien elijo. De ahí que conocer lo importante para mi sea determinante para vivir una vida autentica y llena de sentido. Si vivimos según expectativas de otros, de la sociedad, de la familia, de la cultura pero no por valores propios, vamos a vivir una vida inauténtica que poco a poco dejará de tener sentido y nos llevará al vacío existencial.
¿Desde qué lugar eliges en tu vida? ¿Desde la abundancia o la necesidad? ¿Desde lo valioso para ti o desde las expectativas tuyas y de los demás?
Debemos partir por conocernos a nosotros mismos y ser los dueños de nuestra vida y nuestras elecciones. Al final, nadie me va a proteger, mimar, consolar como lo hago yo misma. Es agradable compartir con otros, somos seres sociales, pero saber ante todo, que conmigo misma estoy bien. Si soy buena pareja interna, si soy buena compañía para mi, tendré menor sensación de soledad. Y de ahí, sabré qué permito y no dejo que me hagan daño; pongo límites sanos; expreso mis necesidades; soy capaz de alejarme cuando no me conviene, porque yo me cuido.
A continuación están los “autos”, que no quiero que se entiendan como algo narcisista porque en realidad se trata de conocerme y amarme para poder dar lo mejor de mi a los demás, y al mundo:
Para lograr todo esto, es necesario contactar con nuestro interior en la reflexión, la meditación y el silencio. No podemos dejarnos llevar por la velocidad de la vida sino que tenemos que tomarla en nuestras manos para elegir vivirla plenamente y con sentido.
-Emily Atallah-