Continuando con el tema de valores, hoy vamos a reflexionar un poco sobre los valores intelectuales y éticos. Estos son también llamados valores espirituales, porque son específicamente humanos. Se refieren a lo que queremos lograr en la vida, aprender, mejorar; qué tipo de seres humanos queremos ser, cómo queremos ser recordados y qué huella deseamos dejar al partir de esta existencia terrena.
Recordemos que los seres humanos somos tridimensionales, es decir, bio-psico-espirituales. Y esa dimensión espiritual es la que nos permite abrirnos al mundo, ser auto trascendentes y de ahí captar valores. Al captar valores, podemos decidir la forma en que vamos a responder ante la vida, (seamos conscientes de ello o no) pues siempre estamos respondiendo. La libertad de nuestra respuesta se traduce en nuestras decisiones y sus consecuencias y por eso es tan importante que conozcamos lo valioso para nosotros y actuemos por convicción personal, no por los valores impuestos por la sociedad, o la tradición familiar, o la cultura. Sino por los valores propios.
La intuición juega un papel fundamental en la captación de valores, y por esto es clave que conectemos con nuestro interior profundamente. Cuando nos movemos en masa, cuando perdemos nuestra identidad, acallamos la intuición y empezamos a mirar a los demás para vivir nuestra vida. Perdemos nuestra individualidad, hacemos lo que hacen todos porque es más fácil no tener que pensar e incomodarnos. Pero al final, vivimos vidas de otros y perdemos el norte.
Donde se pueden encontrar y realizar valores, hay la posibilidad de encontrar y realizar sentido. Podemos también equivocar la decisión y no realizar valores… he aquí la responsabilidad. Siempre, siempre somos responsables de nuestras elecciones, aunque hayamos elegido no elegir.

Los valores intelectuales, relacionados con el conocimiento y la sabiduría; con el deseo de conocer la verdad de las cosas y los valores éticos, relacionados a la bondad y el bien obrar en las relaciones, en llevar acabo acciones solidarias y de ayuda y solidaridad con los otros, nos contactan con lo que va mas allá de nosotros mismos. En el anterior blog nos referíamos a valores que nos afectaban más en la parte física y psicológica, el sentirnos bien y saludables, vernos bien y gustar de la armonía de las cosas. Pero los valores intelectuales y éticos van más allá aún, y se relacionan con el desarrollo del espíritu humano, el ser mejores personas, el contribuir a hacer un mundo mejor, el impactar en otros seres humanos, en la naturaleza, en el mundo entero. Son valores duraderos, que dan gran satisfacción, que hacen un cambio en nuestro entorno.
La vida humana se realiza en la experiencia del amor, en la plenitud de las vivencias, en la entrega total a una tarea o a una causa, en afrontar la adversidad y el sufrimiento con dignidad, en la renuncia en favor de algo mejor y por eso los valores espirituales son señales que nos orientan hacia el sentido con una mayor fuerza que los valores vitales, sensibles y estéticos. No es cuestión de dedicarse a unos y dejar otros, sino de encontrar un equilibrio; porque los valores que impactan nuestro cuerpo y nuestra psiquis son puertas de entrada a la percepción de valores superiores.
La logoterapia es una psicoterapia de valores. Y es por eso que encontrar varios caminos por donde podamos ver lo importante nos abrirá hacia la percepción del sentido de vida.
La entrega a través de nuestras acciones valiosas, la donación de nuestro trabajo, tiempo y dinero, el ponerle pasión a todas nuestras actividades, la creación de obras de arte, piezas musicales, poemas. Los vínculos amorosos y de amistad profunda, la contemplación de la naturaleza, los recuerdos y vivencias, el poner la vida en la realización de proyectos y sueños.
Pero también, la postura digna ante la adversidad. Qué hacemos con lo que nos pasa. El aceptar a pesar de estar dolido, enriquecerse con lo inevitable y ayudar a otros. No elegimos el qué de la situación como en los anteriores sino sólo podemos elegir el cómo de esa experiencia. Y es el valor supremo, convertir una tragedia personal en un triunfo, como lo expresaba bellamente Víktor Frankl.
Aunque haya actos buenos o malos, que se elijan de acuerdo a su bondad y que no hagan daño a nadie, no se hacen por deber, pues ahí es donde encontramos los problemas actuales de falta de coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Es muy diferente saber que la honestidad es importante a realizar nuestros actos de manera transparente sin importar el tamaño del acto. Por ejemplo si he encarnado la honestidad como un valor primordial en mi vida, no voy a recoger un lápiz en la calle, porque no me pertenece. Es diferente dar las gracias a ser agradecido constantemente.
Los valores se incorporan a la vida, o no seremos coherentes en nuestras acciones.
Te invito a trabajar en tus valores intelectuales:
- Leyendo un libro de un tema que te guste. Leer al menos 20 min. al día nos va llevando a crear el hábito
- Aprendiendo algo nuevo. Puede ser incursionar en un idioma que te guste, historia del arte, pintura, música, cine etc…
- Con una actitud de curiosidad ante la vida. Observar atentamente, apreciar la naturaleza y su diversidad, maravillarte con ella.
Para trabajar tus valores éticos:
- Puedes empezar practicando la meditación, silencio, conciencia plena, al menos 15 minutos al día.
- Revisar que valores morales son importantes para ti y escoger uno, para que durante la semana estés consciente de si tus actos reflejan ese valor. Por ejemplo el respeto. Cada vez que hables, veas a otra persona, has del respeto algo intencional; no juzgues, no critiques, no dañes.
¿Se te ocurren más actividades para realizar? Percepción. Conexión. Acción.
-Emily Atallah-