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Le tienes gustico a tu trabajo o sufres síndrome del lunes…

Cuando hablo de trabajo, me refiero a lo que le entrego al mundo en mi cotidianidad.  Esas actividades que hago cada día, remuneradas en dinero o en sonrisas.  Es donde pongo mi originalidad, donde dejo mi huella y donde contribuyo a hacer de este un mundo mejor… o peor.

Independientemente del trabajo que realice, éste debe constituir algo valioso para mí y para la humanidad.  No creo que todos tengamos el trabajo con el que hemos soñado, pero si creo que todo lo que hagamos influye en los demás y en nuestro entorno y es fuente de sentido de vida si tomamos la decisión de que así sea.

Y es por esto que es muy importante ser flexibles y poder trabajar en mejorar nuestra capacidad de adaptación, que como seres humanos evidentemente poseemos y ha logrado que tengamos continuidad como especie; pero que nos ayuda no solo a que calentemos el puesto laboral durante todo el día sino que nos desarrollemos y nos convirtamos en mejores seres humanos.  Resignarse no es una opción.  Cuando no estamos haciendo lo que nos imaginábamos, cuando las oportunidades se presentaron diferentes a como las pensábamos, si nos resignamos a lo que hay, no tomamos cartas en el asunto de nuestra vida.  No somos los dueños de nuestro destino, sino que dejamos que la vida dicte los caminos a los que nos dirigimos.  Así que la resignación en la vida, no es una opción.

Así vemos tantas amas de casa frustradas, tantos empleados sin chispa, tantos autómatas que no dejan huella y que nadie recuerda.  Gente sin gustico por la vida ni por lo que hace cada día.  Y esto es muy triste, pues nuestras actividades diarias constituyen más del 80% de nuestro tiempo vital.  El resto comemos y dormimos. 

¿Cómo hacer para que nuestra vida y nuestro trabajo tengan sentido?  ¿Será algo externo, o interno? ¿Nos lo podemos inyectar? ¿Por qué es tan difícil ser felices en el trabajo y lo sufrimos tanto?

Bueno, pues no es tan sencillo, de lo contrario todos viviríamos vidas felices, plenas y significativas.  El hecho es que como los seres humanos nos vamos adaptando a las circunstancias, se nos olvida existencialmente, que también somos nosotros los responsables de provocarlas, de construir, de elegir y decidir. Somos co-creadores de nuestro destino.

«La vida no es lo que uno se imagina, sino lo que uno empieza a querer» Alejandro Gaviria.

 La realidad es que estamos inmersos en una sociedad y una cultura que «califica» el trabajo de acuerdo con el ingreso monetario que nos aporta; que es un sufrimiento necesario (“ganarás el pan con el sudor de tu frente” hemos escuchado por ahí);  juzgamos el éxito según el cargo de poder que tengamos, las promociones que logremos, y la competencia se convierte en la vida, y lo peor, sin una meta final. 

Así que vivimos siempre desde la carencia, desde lo que no tengo y no logro.  Y culpando a los demás por no permitirnos evolucionar, a la vida por interponerse en «nuestro camino», y a nosotros mismos por nuestra vulnerabilidad y nuestra falta de capacidad y suficiencia.

¿Qué pasaría si cambiamos nuestra percepción de las cosas?  ¿Cómo cambiaría todo si en lugar de «tener que trabajar para…» lo que hacemos en nuestro día a día es entregar lo mejor de nosotros al mundo, simplemente porque si?  ¿Cómo se vería si le ponemos pasión/amor a lo que hacemos? y mejor aún, ¿qué resultados obtendríamos?

Todas las anteriores están en nuestras manos y nos corresponden personalmente.  Nadie lo puede hacer por nosotros.  Pero si decidimos ser agradecidos por el trabajo que tenemos, le ponemos pasión a eso que hacemos y le otorgamos un propósito más allá de lo material, entonces decidimos trascender a través de nuestra actividad diaria, aunque no sea lo que hemos soñado. 

Evolucionamos, nos transformamos y somos mejores personas.  

Creo que a partir de ahí, de ese lugar existencial, se abren todas las oportunidades, se logra vivir una vida más plena y significativa.  No es renunciar a nuestros sueños, sino lograr que todo el universo conspire a nuestro favor.  De esa forma logro avanzar y atraer oportunidades de una manera mucho mas proactiva que desde la queja y el rechazo permanente por todo. 

Aceptar es actuar y en la acción está la magia.  Si nos resignamos, nos quedamos estancados en el pasado y no logramos vislumbrar un futuro.  Así no podemos construir.  Para construir tenemos que ser curiosos, abiertos a lo incierto, creativos.  Saber que somos vulnerables y que justamente ahí está el motor de la innovación.  Si tenemos miedo a fallar, no nos lanzamos.  Si le perdemos el gustico al trabajo y a la vida, nos quedamos ahí.

Te invito hoy a reflexionar (fundamental para iluminar la acción) sobre lo que entregas al mundo: 

¿Haces todo desde el amor, poniendo tu mejor saber y entender, tu ser único y original?

¿Vives tu cotidianidad con una actitud de apertura ante las oportunidades, aunque sean inciertas?

¿Te esfuerzas por encontrar tu contribución a la humanidad más allá de la rutina y las decepciones?

¿Trabajas para dejar una huella en el mundo y trascender?

¿Tu trabajo es como tu vida, pleno y significativo?

Si no es así, no dejes pasar más tiempo y pide ayuda.  Revísate, porque la vida es solo una y no vale la pena estar esperando para empezar a vivir, cuando no sabemos que tanto tiempo nos queda…

Emily Atallah

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