Hoy cuando estaba pensando en escribir sobre el sentido del humor como técnica para aliviar el sufrimiento y las presiones que nos ponemos en la vida; para poder salir de nosotros y vernos distanciados de nuestros problemas, me di cuenta que es el aniversario del asesinato del humorista Colombiano Jaime Garzón, a quien siempre admiré, no solo por su agudeza mental sino por su capacidad de hacer reír incluso a aquellos a quienes parodiaba, en un momento crítico de nuestro país en el cual eso no era costumbre y de hecho era mal asimilado por las personas que ostentaban el poder.
Aprendernos a reír de nosotros mismos, de las situaciones por las que pasamos, le quita gravedad a la vida y es el principio de cura ante la herida de la tragedia. No vale la pena perder nuestra paz interior por la mayoría de los asuntos por los que atravesamos, y algunos realmente difíciles, son inevitables por lo que debemos asumirlos aunque quisiéramos salir corriendo.
La risa es propia del ser humano, corresponde a su dimensión espiritual, es una forma de auto distanciarnos de nuestros problemas; en logoterapia conocemos como «capacidad de oposición del espíritu» a la resiliencia, que es esa facultad que tenemos de sobreponernos a la adversidad y salir fortalecidos y el sentido del humor y la risa son una fuente de resiliencia que nos ayuda a ver todo desde otra perspectiva.
Sólo nosotros tenemos el nivel de consciencia para reírnos y cambiar nuestra fisiología, despejar el sistema respiratorio, mejorar la circulación sanguínea, fortalecer el sistema inmunológico, expandir los pulmones y hasta tonificar los músculos abdominales. La risa nos sacude el cuerpo y nos ayuda a descargar el estrés y la rigidez. La risa deforma la seriedad de nuestro rostro cuando estamos preocupados o tristes o asustados. La risa «afloja el alma» y nos ablanda, por lo tanto nos vuelve mas flexibles y metafóricamente, nos ayuda a no quebrarnos tan fácil.

La alegría se contagia, cambia el ambiente y se genera optimismo. Transformamos la manera de ver las cosas y vemos la vida con mayor esperanza. Es una válvula de escape ante un mundo tan serio y tan competitivo.
Siempre que pienso en risa, me acuerdo de esas veladas con mis amigas (ellas saben quienes son) en las que nos reímos sin parar y hasta que nos duele el estómago. Han sido los mejores momentos, en los que literalmente vuelvo a mi casa liviana, alegre y entusiasta. Se me olvidan los momentos difíciles y los problemas cotidianos. Nos reímos de todo y recordamos con humor. Y yo quedo tan agradecida, que pienso cómo sería de sombría mi vida si ellas no estuvieran ahí de vez en cuando para hacerme reír nuevamente.
Sin embargo es necesario no caer en la burla ni la falsa ironía ni en los chistes que hieren al otro, o hablan mal del otro. El sentido del humor es una actitud y un estado de ánimo que nos permite no resquebrajarnos. Es una forma de ver la vida que desdramatiza los problemas. Muchas veces se ha tomado como blandura, como banalidad y una muestra de vulnerabilidad; como falta de control y por lo tanto, debilidad, falta de dignidad y profesionalismo.
A la tragedia le concedemos un espacio mas importante y profundo y la comedia la dejamos de lado por superficial.
Tiendo a reírme mucho de mis dificultades, a parodiarme y hasta ridiculizar las cosas que me pasan. Y me siento liviana la mayoría de las veces. Nada es tan grave y no hay razón para ser tan serios en la vida. Al final, cuando nos llegue el momento de la muerte, creo que siempre será mas placentero recordar los momentos de risas, y de carcajadas. Eso es lo que verdaderamente queda.

¿Cómo reír ante la tragedia de la muerte, de la enfermedad crónica y terminal?
Ante la muerte inevitable de nuestra corporalidad, quedarnos en la tristeza por la pérdida indefinidamente, no traerá de vuelta a quien se fue, es inevitable. Pero muchas veces nos cuesta trabajo reírnos por que la pérdida duele demasiado. También porque puede parecer que no rendimos tributo suficiente, porque no mostramos nuestra tristeza cuando debiéramos estar muy acongojados. Y Es bueno preguntarnos si eso hace honor real a quien se fue, o si no sería mejor celebrar su vida, recordar los momentos alegres y las risas juntos. A veces cambiar la perspectiva nos ayuda a continuar la vida, lo que no significa que dejemos de extrañar, de estar tristes, pero si nos ayuda a honrar de otra manera a quien se ha ido.
Me ayuda mucho personalmente hablar a propósito de la persona y los buenos momentos; hablar del problema y decididamente verle un lado amable o gracioso.
El sentido del humor es un valor de actitud que nos ayuda a hacer frente al destino o al azar que no siempre podemos controlar. Y es nuestro gran poder, de decidir qué hacemos con lo que nos pasa y disolver un poco el peso de la tragedia.
¿No es así la vida con sentido? ¿No es la vida con sentido esa vida que logra estar más allá del dolor y del sufrimiento? ¿No es una forma de cambiar la perspectiva de lo que es real y lo que nos parece desde nuestro dolor? ¿No es una bonita forma de poner distancia cuando la realidad nos agobia y lograr una cura resiliente?
Hoy te invito a introducir un poco de humor, de comedia y de risas en tu vida. Que no se te pase el día sin reírte un ratico; a dejar por unos minutos tanta seriedad y alivianar un poco la vida. Como todo, es un hábito que hemos de practicar una y otra vez, pero que hace una gran diferencia en nuestra vida.
Emily Atallah