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La adversidad como maestra

¿Por qué me pasan cosas malas, si trato de hacerlo todo bien?

Esta es la pregunta que me surge cada vez que se junta todo en mi contra.

Parece algo obvio, pero cada vez que nos pasa algo, independiente de la magnitud de evento adverso, nos enfrascamos en un sufrimiento, una rumiadera de pensamientos y nos preguntamos ¿por qué a mí?

Perdemos el trabajo, llega ese diagnóstico médico tan temido, nos quebramos, perdemos un ser querido, una amistad nos traiciona, un amor se aleja.

Cuando llegan los problemas, experimentamos el miedo, a perder algo valioso para nosotros.  O tristeza, ver nuestros proyectos de vida interrumpirse y desvanecerse.  Lo lógico es que nos paralicemos, que no nos provoque ni pararnos de la cama.  Empezamos a ver pasar la vida frente a nosotros, pasan los días y no somos capaces de hacer nada.  

También  reducimos la vida a lo indispensable, a lo necesario.  Escasamente hacemos lo que hay que hacer, y empezamos a retener, a ahorrar, desde las fuerzas, hasta el dinero. Es una forma de cuidarnos, naturalmente ante la avalancha de emociones que nos sobrepasa.

Todos pasamos por situaciones adversas aunque sea una vez en la vida, es inherente a nuestra humanidad.  Y aunque no nos guste, y tratemos de evitar a toda costa el sufrimiento y los problemas, eso es imposible.  Podemos querer vivir siempre felices, haciendo lo que sea por hacerle el quite a la enfermedad, al paso del tiempo, a la vejez y la muerte.  

Lo bueno es que en esos momentos de dificultad es de donde se mide la madera que tenemos.  Y todo tenemos madera.  

  1. Lo importante es reconocer, primero la situación por la que estamos pasando, no negarla, no hacerle el quite, sino nombrarla, describirla, evaluarla.  
  2. Lo segundo es mirarnos interiormente y ver cómo estamos reaccionando.  Si estamos paralizados, si estamos un poco deprimidos, tristes.  Al reconocer, y abrazar, acoger, podemos reaccionar.  
  3. Siempre se trata de emoción, razón y acción y como siempre digo, en la acción es donde ocurre la magia.  Y la magia es el aprendizaje que obtenemos de la situación por la que atravesamos.  Lo que se niega, aprieta.  Sale por otros lados.  Si negamos lo que nos afecta, el cuerpo lo reclama, la vida lo reclama.  Todo pasa para que caigamos en cuenta y tomemos decisiones.  Es decir, le respondamos a la vida.  Porque de eso se trata vivir.

Qué nos puede enseñar la adversidad?

  1. A ubicarnos en relación con el mundo.  Es decir a ajustar nuestra percepción.  Para cada uno su problema es “el mayor problema”, -no se puede comparar el sufrimiento-.  Pero muchas veces, si logramos salir de nuestra burbuja interna y ver lo que sucede afuera, podemos encontrar no solo soluciones a lo nuestro sino empatizar con el sufrimiento ajeno y de pronto ver formas de ayudar a otros.
  2. A ver habilidades que no sabíamos que teníamos.  Y talentos escondidos.  Muchas veces sólo a partir de un problema, sale a flote eso que estaba ahí y habíamos perdido contacto con ello, una habilidad que disfrutábamos cuando pequeños y se fue perdiendo, etc…
  3. Ver oportunidades diferentes de vida que no sabíamos que existían.  Muchas veces personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte, o han experimentado la pérdida de un hijo, o de un ser querido, o han perdido sus negocios y calidad de vida, encuentran otras cosas que nunca habían visto y logran decir que han empezado a vivir realmente.  

Y es que la zona de confort es la zona de la anestesia.  Cuando todo lo tenemos tan organizado, cuando no tenemos necesidad de nada, cuando todo es aparentemente perfecto, la vida se encarga de darnos un bofetón y decirnos ¡oye, hay mucho más afuera de lo que te estas perdiendo! Despierta.  Hay personas por conocer, retos por alcanzar, aprendizajes nuevos etc…. Y eso es vivir realmente.  Si no salimos y vivimos muertos de miedo, nos perdemos la vida.  No seria mejor poder decir,  ¿he muerto feliz? y no enumerar lo que me faltó por hacer y vivir.

Hay varios tips para sobrellevar los momentos difíciles:

  1.  Tener confianza:  Es saber interiormente que podemos lidiar con eso.  Si no resolverlo de una, seguro podremos encontrar formas de irlo solucionando, o de vivir con ello. Aceptar, es diferente de resignarse.  En la aceptación tomamos la decisión de tener la actitud adecuada, de averiguar las habilidades que necesito para lidiar con la situación.  Lo hemos hecho todo el tiempo con un sinnúmero de situaciones que se nos han presentado en la vida, porque aunque nos parezca que esto es lo peor, muchas veces ha sido así y hemos salido adelante.  Los seres humanos tenemos todos los recursos espirituales para hacer frente a las dificultades.  Lo importante es poder libremente sacarlos a la luz y utilizarlos (coraje, creatividad, tenacidad, etc…)
  2. Mantener la perspectiva:  No eres el primero en sufrir eso.  Hay 7mil millones de habitantes en la tierra.  Tampoco es lo peor que puede pasar.  Y ante tantas personas seguro que hay más de uno que puede entenderte.  No estás sólo.  Puedes pedir ayuda.  Puedes también pensar y recordar en el pasado, qué fue lo que te ayudo a salir adelante.  No hay progreso sin lucha.
  3. Agendar un plan de acción:  Podemos elegir quedarnos tristes y deprimidos; podemos elegir esperar hasta que alguien se apiade de nosotros y nos resuelva el problema, o podemos elegir actuar.  Como es muy difícil movilizarnos cuando estamos bajos de ánimo o estamos pasando por una depresión, es importante hacer un poquito cada día.  Y este poquito puede ser, levantarse y bañarse. Luego comer algo, luego caminar durante 5 o 10 minutos.  Lo importante es paso a paso ir saliendo adelante con determinación, con amor por uno mismo.  Agendar el pedido de ayuda también es importante, pues el psicólogo, o la amiga, o el que sea no va a llegar llamándolo mentalmente.
  4. Pide ayuda:  No esperes hasta tocar fondo.  Cuando las cosas se empiezan a poner mal, el negocio no funciona, las notas en los estudios van bajando, se dañan todos los electrodomésticos y se rompen los tubos de la casa.  Hablar con la pareja, con un hijo, con alguien, un compañero de trabajo.  Recordar que no estamos solos, las personas pueden haber pasado por lo mismo y tener ideas que nos ayudarán a despertar la creatividad.
  5. Honra la adversidad.  Es demandante pasar por estos periodos de lucha, pero es la forma de aprender, de cambiar, de conocernos y saber mas de nosotros, de saber con que podemos lidiar y que necesitamos para levantarnos de nuevo.  Sin adversidad no hay aprendizaje emocional, no sabemos de qué estamos hechos.  Cuando hemos logrado ver otros caminos, darle gracias, reconocerla.

Es necesario apropiarnos de nuestras emociones, heridas y dolores o ellas se apropiarán de nosotros y viviremos una vida gris, sin posibilidades, triste.

El problema de la adversidad, es que nos lleva a exponer nuestra vulnerabilidad, y eso no nos gusta.  La vulnerabilidad es incertidumbre, riesgo y exposición emocional.  Peor gracias a la vulnerabilidad nos reconocemos como realmente somos y encontramos el coraje para lidiar con la pérdida y encontrar el camino nuevamente.  Puede que no sea en mis términos ni en mi tiempo, pero el coraje se demuestra cuando nos LEVANTAMOS Y COMENZAMOS OTRA VEZ.

Cientos de veces…. eso es lo que construye nuestro carácter y nuestra identidad.

¡Ánimo, aquí estoy para ti!

emilyatallah@gmail.com

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