Quería compartirles un evento que me llenó de emoción esta semana: El encuentro de familias católicas homeschooling «Sagrada familia de Nazareth» que tuvo lugar en Bogotá el 18 de Marzo. Hubo muchos momentos especiales, sobre todo porque me reencontré con mi buena amiga Xhonané Olivas y su esposo Miguel, una pareja de mexicanos con quienes no nos veíamos hacía 12 años!! desde que viví con mi familia en Pittsburg, Pensilvania.
Xhonané y Miguel tienen 4 hijos a quienes han educado en casa!!. Eligieron esta opción al ser una familia de católicos comprometidos con su fe y querer educar a sus hijos de manera que las actividades relacionadas con la fe y los valores tuvieran una relevancia primordial a la vez que lo académico incluyera no solo la parte cultural americana, donde viven, sino mexicana también. En realidad, cómo encontrar un colegio que llene todas nuestras expectativas?
Creo que se necesita valentía, disciplina y altas dosis de creatividad, para cumplir con todos los requisitos educativos que unos chicos entre los 10 y los 16 años necesitan, y no morir en el intento!! Pero ante todo, como lo decía Xhonané en una de sus charlas (si!!! además da charlas y maneja un blog que les recomiendo www.familiacatolica.org) el AMOR que tenemos a nuestros hijos nos lleva a hacer todo el esfuerzo necesario para construir las bases de unas vidas con sentido, que merecen ser vividas para servicio de los demás y de Dios.
Cuando como esposos tenemos un proyecto de vida conjunto, nuestra familia, y tenemos unos objetivos claros, tenemos que ver la opción que mejor se adapte a las necesidades que nos llevarán a cumplir nuestra meta. Ningún tipo de educación es 100% perfecto. Encontraremos pros y contras a la escuela tradicional, a los programas de vanguardia y a la educación en casa. Ciertamente una educación personalizada nos permite mayor flexibilidad en cuanto a contenidos, horarios, actividades, habilidades específicas, disfrute de lo que mas nos gusta, ahorro de dinero, educación menos contaminada de los valores y vicios de otros, en general exclusividad al elaborar un programa propio que cumpla con nuestros objetivos propios y que a la vez llene los requisitos académicos del país en que vivimos para poder acceder luego a una excelente educación universitaria. Y será un reto mayor en cuanto a la socialización de nuestros hijos, organización del tiempo en casa y cumplimiento de horarios, actividades en grupo, ferias de ciencias, salidas recreativas y excursiones para lo cual deberán hacer uso de la creatividad de la madre quien estará dispuesta a ir aprendiendo a la par de sus hijos buscando otros grupos de homeschoolers, etc….
Pero también la escuela tradicional nos brinda ese «estar con» el otro, con sus aciertos y errores. Nos lleva a aprender a convivir fuera de nuestro núcleo familiar, a entender otras formas de ser y otras creencias, para lo cual las nuestras propias deberán ser reforzadas y vividas en casa. Hay oportunidades y recursos tecnológicos, de laboratorios, libros e idiomas, profesores especializados, salas de cómputo etc… que son más difíciles de proveer en aislamiento, aunque no imposible al encontrar diversas alianzas. La escuela también otorga a los padres tiempo para desarrollar sus profesiones, para «desprenderse» de sus hijos y darles autonomía, aprender a confiar en otros, hacer nuevas amistades y ampliar su círculo, etc…
Lo importante es que entendamos que nuestros hijos son nuestra responsabilidad y que no podemos delegar totalmente su educación en nadie y mucho menos la parte más importante, que es enseñarlos a ser personas íntegras, responsables y seres humanos valiosos que actúen por convicción y que influyan favorablemente su entorno y la sociedad en la cual se desempeñan. Seres humanos que trasciendan, que se preocupen por los demás y salgan de si mismos para hacer del mundo un lugar cada vez mejor. Personas con una espiritualidad fuerte, unas creencias sólidas y un sentido de responsabilidad con quienes le rodean y con su entorno. Hijos agradecidos con el don de la vida, que la valoran y la cuidan, con su familia, con sus maestros a quienes respetan y valoran, con sus amigos a quienes apoyan; hijos que saben que todo lo que tienen no es merecido sino que con esfuerzo se alcanzan las cosas.
En fin, lo importante es el compromiso que tenemos los padres de sacar adelante las vidas que nos han sido encomendadas, que no son nuestras pero que sí tenemos el deber y la responsabilidad de amar, educar y entregar lo mejor de nosotros para que en su camino puedan superar los obstáculos, salir fortalecidos y encontrar el sentido de sus vidas.