Tradicionalmente, Diciembre era un mes de recogimiento y reflexión, sobre todo lo realizado y lo dejado de hacer en el año, para luego poder planear un comienzo de año basado en realidades y no en expectativas. Con el tiempo fue degenerando en festividades de cierre, que se convirtieron en un mes cargado de exigencias que no van con la realidad ni de nuestros logros ni de nuestros bolsillos.
Más bien es un escape a un año lleno de dificultades vividas en piloto automático. El resultado de eso es un inicio de año con una gran resaca física, económica y emocional que hace que en realidad vayamos asentando nuestros planes hacia marzo.
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¿Qué podemos hacer? Las palabras son consciencia e intención. Que diciembre no nos sobrepase. Podemos poner un objetivo de mes para que al final sintamos que no se nos fue en rumba y compras únicamente sino que tuvo sustancia, que aprovechamos la vida.
No tenemos que decir sí a todo, sino que debemos ser intencionales en lo que hacemos.
Y aunque creo en los ciclos de la vida y los cierres, no me parece que un cierre apoteósico una vez al año nos lleve a ningún lado. Además, estoy convencida que cada día cumplimos un ciclo y que nuestros cierres y balances no debieran ser esporádicos, sino que podríamos incluirlos en nuestras rutinas diarias, para hacer de nuestra vida algo más intencional y significativo.
Así que aquí te dejo algunas herramientas que se me ocurrieron para sobrevivir a las fiestas decembrinas y terminar el año sin morir en el intento:
Ubicarnos en el presente y pensar, en realidad ¿qué estamos despidiendo? ¿Vale la pena dejar la vida en la fiesta cuando al siguiente día, todo volverá a la «normalidad»? Miles de reuniones, tratando de quedar bien en la empresa, con los clientes, con los familiares y con los amigos. Excesos y puertas abiertas a problemas mayores. ¿Por qué no repartimos amores durante todo el año en lugar de decirle a todo el mundo lo que sentimos únicamente en diciembre?
Cuidar nuestra salud física. No necesario terminar el mes exhaustos y enfermos de comida y bebida. En un mes nos reunimos lo que no en todo el año y comemos por «tradición» más de la cuenta, cosas que no nos hacen bien. No se trata de no probar el buñuelo y la natilla, o brindar con un buen vino, pero, no exagerar. Consciencia e intención en el comer.
Dedicar un tiempo a la reflexión y al recuerdo. Pero esto es algo que también deberíamos hacer más a menudo. Nos acordamos de quien se fue en estas fechas más que en otras. La realidad es que a quien se quiso se le extraña siempre. Y se le recuerda siempre. No dejemos que las fiestas de fin de año nos lleven a la desregulación emocional. Recordemos cada día, celebremos la vida, hagamos memoria con amor. Conectemos con nuestras emociones y sanemos las heridas para que en ciertas fechas no se desborden nuestros remordimientos, nuestras tristezas.
Revisar el año y hacer un listado con 5 cosas que aprendí. Despedirme de lo que fue difícil, pero me dejó enseñanzas valiosas. A veces no es fácil ver el bien en lo que nos hizo sufrir, pero cada experiencia nos deja algo que podremos aprovechar en el futuro.
Se cometieron errores, es lo normal en nosotros los seres humanos. Lo importante es que nos haya quedado algo; que reconozcamos y aprendamos para no volver a caer siempre en lo mismo.
¿Qué aprendí? ¿qué fue lo que me conectó con la vida? Tal vez logré reparar vínculos rotos, o tal vez logré hacer unos nuevos profundos y amorosos. Tal vez me fijé en la naturaleza y sus colores, la belleza del agua, la conexión con la tierra, la caricia del aire, el poder del fuego.
Aprendí algo de la forma de hacer mi trabajo, cómo ponerle la pasión necesaria para lograr los frutos deseados. Encontrarme con la finitud y hacer consciencia especialmente a partir de lo que nos ha tocado vivir estos dos últimos años de que la vida es un ratico y no vuelve; que debemos aprovechar cada segundo. Que el tiempo es limitado.
La invitación es a conectar con lo valioso, que recibí en este año. El cariño de los amigos, el apoyo de la familia, la bendición del trabajo, el don de la vida, la belleza de la naturaleza, el regalo de la enfermedad, el despertar gracias a una dificultad, la consciencia de la muerte.
Todo el mes lo vamos a dedicar a recoger y limpiar. Qué puedo rescatar y qué debo superar. Pero lo más importante es que sea un mes de mucha intención y consciencia para que en enero podamos iniciar con ilusión, expectativa, ánimo renovado.
Con Cariño, Emily