Te estarás preguntando si tal vez me enloquecí. ¿Al final no tendemos todos a ser mejores? ¿Por qué querer ocultar la perfección?

Bueno pues a lo que me refiero es a dejar de vivir la vida que los demás quieren que vivamos y empezar a hacernos dueños de nuestra historia, de nuestras decisiones, de nuestros sueños.
Y aquí hay unos tips que nos pueden ayudar a encontrar el camino a la amorosa aceptación personal:
La imperfección no tiene que ver con no querer ser mejores cada día sino con ser auténticos, conocernos en lo bueno y en lo malo y tomar las decisiones correctas cada día para mostrar nuestra faceta real, hacer la elección de ser honestos y dejar que nuestro verdadero yo sea visto. Es dejar ir lo que pensamos que debemos ser y abrazar a quienes realmente somos.
- Somos valiosos, simplemente por el hecho de ser humanos. No tenemos que demostrarlo, es así. Inclusive cuando cometemos errores. Nuestro valor como personas no depende de nuestros logros, de nuestro carácter, de nuestras vidas perfectas, de nada…
- Hablémonos amorosamente. Cuántas veces nos tratamos sin respeto? A algún amigo le diríamos: «pero qué bruto eres! qué idiota! nada lo haces bien…. Muchas veces nos hablamos así y eso hiere profundamente nuestro ser interior. Cambiemos el lenguaje hacia nosotros mismos.
- No mostrarnos perfectos nos hace vulnerables y eso asusta!!!! Dejar ver nuestro verdadero Yo, que vean nuestras debilidades, nuestra ignorancia, es difícil y requiere una valentía que muchas veces no creemos tener. Nos hace blanco de las críticas de los demás perfeccionistas y eso duele. Pero duele más dejar de ser nosotros mismos por querer complacer a todos…
- Construimos nuestra imagen personal de acuerdo con lo que vemos alrededor, con las expectativas que los demás tienen de nosotros y vivimos comparándonos en lo que sabemos, lo que tenemos, lo que la publicidad nos muestra. Y creemos que ésta es nuestra vida, y corremos para apropiarnos de ella, pero…. Como no es nuestra, no la vivimos sino la sufrimos.
- De acuerdo a lo anterior, muchas veces quien vive con sentido vive en contravía. Genera emociones encontradas en los demás, se le juzga de raro, diferente y muchas veces se le excluye de los círculos sociales más comunes. Pero al final, la vida es de uno, no de los demás.
Cultivar el amor propio y la aceptación personal no es opcional.