Responderle a la vida y trascender dejando una huella positiva en los demás.
La vida es un constante preguntar y responder. Si nos detenemos un segundo a pensar en el instante presente y en los momentos pasados, lo que hemos vivido ha tenido un propósito que, aunque no sea evidente, está ahí y lo podemos encontrar.
Algunas preguntas nos ayudan a ver lo que somos y hacemos aquí en esta vida terrenal y la huella que hemos venido dejando, porque todos dejamos una huella, lo importante es de qué tipo.
Para algunos es clarísimo el camino, pero para la mayoría de nosotros está como detrás de una nube y no logramos ver ni lo que hemos recorrido ni lo que nos falta.
Cada ser humano tiene una originalidad o una forma de hacer las cosas y de ser en el mundo única; no hay dos personas iguales, los pensamientos, lo que somos íntimamente, lo que nos afecta, la forma en que hemos experimentado el mundo que nos rodea. Esto nos hace un regalo para los demás y hace que a su vez aprendamos de los otros; nos nutrimos, estamos interconectados y afectamos con nuestras elecciones a quienes se nos acercan.
La forma como vivo mi originalidad y la comunico a los demás es la forma como mis encuentros profundos con otros se convierten en vínculos sanadores, para ellos y para mí. Es un intercambio trascendente de humanidad compartida donde nuestras vulnerabilidades pueden ser entendidas y apoyadas por otros, donde el coraje de compartir verdaderamente quién soy es lo que hace que nos desarrollemos, cambiemos y seamos mejores personas.
Te invito a hacer un alto, -ojalá cada día-, de unos minutos para preguntarte:
¿Quién soy?
¿Qué hago aquí, cuál es mi misión?
¿Para qué estoy aquí, a quién impacto con mi vida?
¿Cómo me ven los demás?
¿Qué hice hoy? ¿Cuántas horas gasté en mí, desperdicié en algo que no me aporta nada bueno, dediqué a compadecerme y sentirme víctima de mis circunstancias, aproveche verdaderamente, aprendí algo nuevo, hice algo por alguien?
¿Qué aporto a la sociedad, cuál es mi potencial?
Hay miles de preguntas que podemos hacer cada día y al reflexionar y tratar de responderlas, nos conocemos mejor y tomamos decisiones más valiosas; es decir, elegimos quienes queremos ser cada día y cómo queremos vivir nuestra vida.
Esto es muy importante porque cuando encuentro mi propósito en la vida, me adueño de ella y puedo hacerlo todo por convicción, atraída por lo que es más valioso para mí. Ser consciente cada día hace que nadie viva mi vida por mi y que al final de la misma yo pueda decir que esa vida, “mi vida” valió la pena ser vivida a pesar de todas las vicisitudes, de todos los problemas, de todos los desencantos.
Te invito a reflexionar hoy sobre el propósito de tu vida, ¿lo has dejado de lado por vivir con la corriente? ¿Te has dejado llevar por modas y sueños de otros y no has desarrollado los tuyos?
Sé dueño de tu vida y vive de manera plena y feliz.