¿Es tu pensamiento intencional o vives en modo «piloto automático»?

Ansiedad, preocupación, pensamientos recurrentes, todo esto nos roba nuestra paz interior y se convierte en un hábito. No hablo desde la posición de un psicólogo o un psiquiatra que es donde las personas deben ir cuando su ansiedad se convierte en un problema para funcionar en la vida y llevar relaciones normales y sanas.
Hablo desde el hábito que tenemos muchos de pre-ocuparnos en lugar de ocuparnos de las cosas en el momento en que sea necesario. Y esto nos mantiene lejos de lograr lo que queremos porque nos la pasamos pensando repetitivamente de forma negativa y en cosas sin importancia, o que están fuera de nuestro control; que no han sucedido todavía o están muy lejos de suceder o que nunca van a suceder.
Perdemos la calma, no podemos dormir, no podemos realizar las tareas que sí necesitan nuestra atención y muchas veces quedamos como zombies, sin hacer nada o esperando que otros nos resuelvan lo que nos corresponde a nosotros.
Preocuparnos es permitirle a nuestra mente estar en piloto automático (dejar a la mente sin control) y pensar en lo más terrible, desastroso, y actuar como si esto fuera una realidad verdadera.
No pensamos con lógica, sino que nuestros pensamientos se convierten en una espiral donde todo se conecta: desatamos respuestas físicas, de angustia como dolor en la boca del estómago, sudoración, taquicardia, hiperventilación, insomnio, aletargamiento etc… que van desde lo manejable a lo inmanejable que es causa de consulta especializada.
Hoy en día las comunicaciones están a un click de distancia, todo el tiempo nos enteramos hasta de los actos más pequeños y los vemos como si sucedieran al lado nuestro. También tenemos al «doctor google» para que nos explique desde lo más sencillo hasta el más grande avance para los casos de enfermedades terminales.
La diferencia está en nuestros pensamientos y en cómo actuamos ante la realidad que se nos presenta. Cuando pensamos en piloto automático, nos imaginamos lo peor, perdemos la fe en la raza humana ante las atrocidades que se cometen cada día y pensamos que moriremos por un pequeño lunar en el brazo.
Lo hacemos propio pero al final, me siento muy mal pero no hago nada por solucionar el problema. Con nuestra ansiedad logramos que los demás se preocupen por nosotros, nos pongan atención, aunque sea para regañarnos; también nos libera de nuestra responsabilidad, o simplemente nos consigue el no hacer lo que debemos hacer. Pero también nos provoca síntomas físicos y llega a enfermarnos realmente.
Debemos ser intencionales en nuestros pensamientos y controlar/manejar hasta dónde dejamos que la preocupación nos «quite la vida». Pensar si es una preocupación real y qué podemos hacer ante ésta, en términos de acciones concretas. Esto nos ayuda a poner el sentimiento en su sitio.
No significa que no importe nada, pero sí que esa preocupación se mantenga en un nivel de “normalidad” que no nos lleve a la ansiedad descontrolada, sino que nos ayude a solucionar cosas, a tomar determinaciones con sentido, a aprovechar el tiempo, analizar las diferentes situaciones y encontrar el aprendizaje positivo. Que nos ayude también a estar presente con quien sufre y ayudarle efectivamente (enfermedad crónica o terminal), y a encontrar el significado, experimentar la alegría de servir, etc…
Tips:
- Re direccionar los pensamientos hacia lo positivo o retrasarlos hasta otro día y mientras visualizar lo que podemos hacer. (Por ahora me siento saludable; he sido feliz; puedo estar libre de cáncer hasta que el diagnóstico llegue y de ahí miraremos qué hacer; estoy lleno de amigos; hasta ahora he tenido una familia feliz; etc…). Este ejercicio es muy poderoso pues nos hace conscientes de lo que estamos pensando en cada momento y lo podemos poner bajo control.
- Tratar de ejercitarse en algo que ayude a bajar la ansiedad o la preocupación: un mantra, respiración consciente, mindfulness, consciencia plena, hacer ejercicio, oración.
- Tomar acción con pequeñas cosas muy puntuales, nada difíciles (leer algo en un libro, hacer una llamada, hacer una lista de cosas que podemos hacer y revisarlas, escribir lo que sentimos en nuestro diario)
- Simplificar nuestros recuerdos, tratar de dejar el pasado allí donde debe estar, el futuro que aun no llega tampoco darle mucha vuelta y siempre que nos veamos pensando en ellos, mirar exactamente dónde estamos hoy. Dejar ir el «si hubiera sido esto, o lo otro», «si hubiera hecho tal o cual», eso no lleva a nada. Más bien enfocarnos en lo que se aprendió y utilizar ese pasado como trampolín y no como sofá.
Te invito a reflexionar sobre tus pensamientos y enfocarte en lo que sirve para no perder tiempo y vida en lo que no.