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Hablando de balances…

Herramientas para un balance de fin de año más significativo

Estamos llegando al final del año, y las frases cliché están a la orden del día:  «El tiempo pasa volando» «Este año se fue en un abrir y cerrar de ojos» «Ya otra vez Navidad», y al final la principal pregunta será, ¿qué hicimos?  

Para mí, esta es una costumbre que estoy intentando cambiar y crear un nuevo hábito.  Pienso que el estar ceñidos a un calendario donde hay un inicio y un final de año, nos mantiene un poco en ese piloto automático durante mucho tiempo (como 10 meses) y cuando ya se esta acabando, corremos para ver qué hemos logrado hacer de los propósitos que hicimos en Enero.  Hay diferentes teorías y estudios (hoy en día nos encantan las estadísticas), que muestran que sólo hacemos el 10% de lo que nos propusimos, que el impulso dura aproximadamente 3 meses etc… 

Eso es lo que me hizo pensar que en realidad, nuestra vida no se rige por estos años del calendario, sino que nosotros empezamos cada día nuevamente y terminamos de igual forma.  No podemos pensar que el 1 de enero hacemos unos propósitos y que en noviembre o diciembre hacemos un balance, porque ahí no estamos teniendo en cuenta nuestra finitud diaria.  Creemos que contamos con todo un año para cumplir.

 

Los propósitos  de inicio de año son tan extensos, que nos cansamos a mitad de camino, dejamos de pensar en ellos y la vida con su corre-corre se nos pasa por encima.

 

¿Significa eso que no hicimos nada? Nooo.  Hicimos miles de otras cosas, pero probablemente, no tuvimos en la mira nuestras metas y objetivos concretos.  Es como si en lugar de ir por una carretera, nos fuéramos por trochas.  De pronto lleguemos al mismo lugar, pero con muchos desvíos y maltrechos por el largo y sinuoso viaje.  Si vamos por la carretera, podemos llegar en menos tiempo y más descansados.

El asunto es que en el comienzo del año, la emoción nos gana y con todo el entusiasmo creemos que ahora sí vamos a empezar a vivir realmente. 

 

 

¿Ahora si? ¿Y el resto qué?  ¿No viviste y el año se te paso sin darte cuenta? ¿Cuántos años más crees que tienes? ¿Vas a esperar al siguiente (nuevamente) para empezar a vivir?

 

El problema está en la forma de plantearnos los retos.  Hacer muchos nuevos propósitos y decir «ahora sí» voy a cumplir con esto y lo otro, no es darle continuidad a una vida, y esto es porque en realidad no la tenemos clara.  

Si en lugar de eso, intentamos tener un norte de vida en general, guiada por unos valores claros, y a principio de año lo que hacemos es plantear pequeños pasos, pequeños logros que se trabajan cada día, en tres meses no estaremos sobrepasados y abandonando.  Poco a poco esos pequeños pasos se convertirán en hábitos, en parte de nuestra rutina intencional de cada día.  Con pequeños pasos y pocos frentes abiertos, en noviembre el balance será una celebración de los logros alcanzados.  ¿En Noviembre? Noo. Cada mes y cada día.  Porque nosotros como seres humanos estamos en constante movimiento, constante cambio.  Y si somos intencionales en lo que hacemos en ese fluir continuo,  podremos disfrutar de una vida plena y significativa.  

 

 Al final te habrás dado cuenta de que ya no estoy en favor de los balances de fin de año, ni de los propósitos del inicio.  Estoy en favor de vivir una vida intencional, con un norte claro guiado por conexiones y acciones valiosas con nuestro entorno, por vínculos significativos, relaciones y comunicaciones fluidas, consumo intencional, y todo aquello que tu personalmente quieras agregar.  

El asunto es que si tenemos en mente que podemos dejar de existir en cualquier momento, cada momento que vivamos será valioso y cada día será un nuevo comienzo y un nuevo final.  Y en la acción es donde está la magia.  De nada vale hacer propósitos en el papel si no hay acciones concretas. 

 

   Te invito hoy a preguntarte y reflexionar:

 

  • ¿Qué haces por los demás? Cuáles son esas causas que te impulsan a ser una mejor persona?
  • ¿Qué haces por ti, por tu físico, por tu intelecto, por tu bienestar emocional?  Cómo te cuidas?
  • ¿Qué haces por tus relaciones?  ¿Te interesas por tus amigos verdaderos? ¿Los llamas, reparas cuando hay malos entendidos aunque te toque dar el primer paso?
  • ¿Cómo cuidas tus relaciones amorosas? ¿Estás pendiente de tu pareja, te interesas por sus gustos, por su trabajo, por su bienestar general?
  • ¿Qué haces por tu trabajo, lo que entregas al mundo cada día?  Es una carga o una oportunidad de ponerle pasión a algo y dejar tu huella propia?  O estás esperando a que te llegue algo que te apasione y mientras no te cultivas ni le pones ganas. 
  • ¿Para qué quieres tu dinero?  Siempre es mejor saber para qué vivimos antes de juntar la plata y así, tener dinero tendrá un sentido más allá del placer de acumularlo.

 

Cuando logramos #vivirintencionalmente todo el año, no necesitamos que diciembre sea ese caos de sentimientos, recuerdos, emociones difíciles de manejar. 

 

Cuál es tu balance hoy y que te vas a proponer mañana. Te propongo algunas acciones a considerar diariamente:

 

1.    Revisar y reparar una relación deteriorada con pequeños gestos, una llamada, un mensaje sencillo etc…

2.    Tener un detalle con alguien a quien amas

3.    Comprometerte con alguien o algo que necesite de tu ayuda.  El mes de diciembre es ideal para darle sentido al consumo, en lugar de comprar a la loca cosas que los demás no necesitan con dinero que no tenemos.

4.    Pasa un mes de manera intencional, en la comida y bebida, fiestas y reuniones, compras, tradiciones.  Qué es verdaderamente importante y significativo y cómo te va a afectar en tu bienestar físico y emocional y en tu bolsillo.

5.    Bájale a la intensidad de tus emociones, aprende a regularte, para que diciembre no se convierta en rupturas afectivas complicadas.  Pon cada cosa en su lugar, ubícate y hazte cargo de tus decisiones.

 

Solo recuerda que cada aquí y ahora, cada momento, cada día, es único e irrepetible.  Tenemos una responsabilidad de la vida que hemos vivido, y de nuestra relación con los otros, con el entorno en el que nos desarrollamos y donde somos y actuamos. Esa vida se vive una sola vez.  No volverá a pasar, y si no se le da sentido mediante alguna acción, no contribuimos a “transformar el mundo” no dejamos nuestra huella.

 

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Con cariño, Emily 

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