Saltar al contenido

Echarle la culpa a los demás…

¿Eres de los que siempre tiene excusas?

  • «Lo heredé de mis padres…»
  • «Así me criaron…»
  • «Los pobres no tenemos oportunidades…»
  • «Es que tengo una enfermedad grave…»
  • «Mejor no me meto no va y sea que…»
  • «De pronto no les gusta lo que propongo…»
  • «No es mi departamento…» etc…

Una de las cosas que más me llamó la atención de la Logoterapia (terapia del sentido de vida) es que se basa en la libertad del ser humano para decidir qué hace con su vida aún en las condiciones más difíciles posibles por las que estuviera pasando.

Para nosotros eso no es fácil.  Hacemos algo y si no funciona o si cometemos un error tendemos a culpar a los demás, a nuestros padres por la forma como nos criaron, a la situación económica por la que pasamos, a las deficientes condiciones en las que nos toca trabajar, al jefe, a la pareja que no nos quiere o que nos quiere demasiado etc…

Inclusive queremos que alguien nos diga qué hacer, ojalá con una fórmula de 1, 2, 3 o por lo menos que del más allá nos llegue algún mensaje o inspiración.

Tendemos a creer que de padres abusivos saldrán indefectiblemente hijos abusadores, que todos los políticos son corruptos porque eso es lo que ven desde chiquitos en sus casas, que los hombres son indiferentes o poco preocupados por el detalle porque así fueron criados y un gran etc… que tiende a generalizar y crear estereotipos y determinismos que reducen al ser humano a alguien dependiente de sus circunstancias y su entorno.

Pero resulta que nosotros podemos oponernos a lo heredado, a lo aprendido, a lo vivido y podemos tomar la decisión de actuar de manera diferente y hacer un cambio, romper la cadena de pasividad y tomar nuestro mundo y nuestras acciones en nuestras manos.

Lo más sencillo es no hacer nada, pues los hábitos toman tiempo en formarse, se requiere voluntad y convicción interior.  Lo más sencillo es calentar el puesto y culpar al jefe, no comprometerse.  Pero eso no es vivir la vida.  El que no se arriesga a hacer las cosas de forma diferente, el que no toma acción se va anquilosando y cuando se voltea a ver se le ha pasado la vida sin cumplir sueños, sin cambiar el mundo (así sea su mundo inmediato), sin lograr nada. 

Un miembro de equipo que no se compromete, que no se arriesga a innovar, a proponer y a ser creativo, al final no sirve porque no aporta nada.  Esas personas que les da miedo y pasan los correos diciendo «no sé» o «no se puede», en lugar de encontrar soluciones a los problemas, proponer alternativas, quedaron en el pasado.  El tipo de liderazgo de hoy no puede ser impositivo y los miembros de equipo no pueden ser pasivos.  En las organizaciones, al igual que en la vida se requieren personas que aporten, que tengan el coraje de ser vulnerables y se atrevan a proponer.  El líder que quiere seguidores debe replantearse su lugar en la organización.  El líder de hoy no está por encima de los demás sino al mismo nivel y se nutre del equipo y sirve de guia, amigo, catalizador de conflictos. Para esto debe poder contar con miembros íntegros, dueños de sí mismos, de sus pensamientos, de su vida; no seres etéreos que se acomodan al pensamiento de los demás y se unen donde les convenga más.

Todos tenemos un papel importante que  cumplir en la vida y es nuestra responsabilidad realizarlo, llevarlo a la acción.  De nadie más depende. Te invito a lanzarte a vivir plenamente, asumiendo las consecuencias, comprometiéndote, aportando, arriesgándote! Aunque de miedo, aunque te sientas vulnerable. Pero al final, la recompensa será una vida bien vivida y no una vida vivida por otros y arrastrada por la corriente del mundo.

A %d blogueros les gusta esto: