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Cuando la culpa no me deja avanzar…

Cuando hablamos de cambiar nuestras historias, de resignificar el dolor, de darle vuelta al sufrimiento o a las circunstancias que nos hacen sufrir, no podemos dejar de lado uno de los temas principales y es el de la culpa.

La culpa nos estanca.  Culpamos a los demás por lo que nos pasa y así no nos tenemos que hacer cargo de lo que nos corresponde.  O nos culpamos por lo que hacemos, nos damos palo y no avanzamos en nuestras relaciones o en lo que nos hace sufrir.  Pero la verdad es que la culpa es muy importante y no la podemos eliminar, porque cumple una función muy importante en nuestro proceso de aprendizaje, y nos ayuda a relacionarnos mejor con los demás.  El asunto es que la culpa no se puede negar, pero tampoco se puede vivir con ella.  Sentir culpa deja entrever que somos personas sensibles y nos importan los demás.  Culpar a otros nos aleja de ellos y de nosotros mismos.  No nos deja ser responsables por la parte que nos toca en la vida.

Hay varios tipos de culpa y unas son reales y otros irreales.  Las reales se refieren a cosas que hacemos o dejamos de hacer con intención, con conocimiento, y dañamos a alguien.  Somos libres de decidir y lastimamos a otros con esas decisiones que tomamos.  Puede estar involucrado el miedo que sentimos por algo que pueda pasar, o porque nos cuesta detener algo que ya iba en marcha,  o por vergüenza de lo que puedan pensar de nosotros, o por rabia por algo que nos han hecho; por un sufrimiento que nos han causado y los deseos de venganza que se despiertan en nosotros.

Muchas veces el perfeccionismo nos lleva a tomar decisiones inconscientes para no admitir que hemos cometido errores, y dañamos a otros por salvar nuestro pellejo.

Pero también hay culpas irreales. Sin querer dañamos o hacemos sufrir a otros.  Es imposible no ser el malo en algún momento, porque como estamos interconectados nuestras redes se alteran con nuestras decisiones.  Pero no ha habido una intención por nuestra parte de causar ninguna incomodidad.  Hay personas que se disculpan por todo, inclusive por lo que hacen otros; que cargan la vida porque son dependientes u obsesivos.  También personas que se culpan por lo que pudo haber sido y no fue, por decisiones que tomaron en un momento de su vida como estudiar una carrera y no otra, o haberse divorciado y por eso sufren algunas consecuencias o las sufren sus seres queridos y se culpan por ello.  Inclusive hay personas que se sienten culpables por tener algunos privilegios cuando hay tantos seres humanos que no gozan de lo mismo, o por ser felices cuando han hecho infelices a otros o por no cumplir con preceptos religiosos y deberías sociales.

Aquí algunas consideraciones para poder lidiar con la culpa y dejar de estar presos de ella:

  • Lo primero que hay que hacer es aceptar el hecho, es una realidad, sí pasó y esto es esencial.  Sí dañamos a alguien; sí nos sentimos mal por algo que hicimos o dejamos de hacer; sí se alteró nuestra vida por no tomar cartas en el asunto, etc…
  • Segundo, hay que arrepentirse real y sinceramente y reparar de forma directa. Devolver lo que se pueda (mientras no haga mas daño).  Que no sea por no sentirme mal, porque esto es egoísta y no es verdadero arrepentimiento. O reparar de forma indirecta, porque el tiempo no se devuelve, o la persona ya no está. Así que le devuelvo al mundo, lo que le quité, por ejemplo, generar empleo si despedí a alguien injustamente, cuidar a otros si abandoné a alguien, etc…
  • Tercero, convertirme en un mejor ser humano después de haber cometido errores.  Esa es la transformación que hace de la culpa no un estancamiento en el pasado, sino un aprendizaje y un puente hacia el futuro.

Las culpas irreales no necesitan reparación porque no existen, pero se viven existencialmente.  Necesitan ayuda psicológica para disolverlas, pues son producto de la crianza, de creencias, de percepciones psicológicas neuróticas.  Por ejemplo, cuando uno no sigue sus proyectos y sueños para que los padres no se sientan mal, o solos. O cuando estamos todo el tiempo pensando en lo que debimos hacer, o dándonos palo por no darnos cuenta a tiempo de algo, etc…

Siempre podemos actualizar lo que hemos dejado de hacer, por ejemplo si queríamos estudiar arquitectura y estudiamos administración, podemos hacer algún curso, o disfrutar la arquitectura de la ciudad.  Lo importante es darnos cuenta y hacernos dueños de nuestra vida reconociendo que no somos perfectos, que cometemos errores y que en el camino de la vida podemos causar dolor a otros y otros pueden hacernos sufrir.  No quedarnos en la culpa, el remordimiento, sino convertirlo en perdón, reparación y aprendizaje para recuperar el camino de una vida plena y significativa.

-Emily Atallah-

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