Nuestras expectativas por lo general son muy altas, y así debe ser. Explicaba Viktor Frankl, inspirado por Goethe, que si miramos al ser humano como alguien que puede alcanzar su máximo potencial, llegará más lejos a pesar de las adversidades, y sus mejores cualidades se verán expresadas aún con sus caídas, fallos y debilidades. Creer siempre que podemos lograr lo que nos proponemos nos ayuda a afrontar las dificultades con una actitud de aprendizaje y oportunidad. Porque la realidad, muchas veces nos golpea. Esperamos algo y obtenemos otra cosa.
“Si tratas a un individuo como si fuese lo que debería ser y podría ser, se convertirá en lo que debería ser y podría ser”. Goethe
La realidad es… que hay que caer muchas veces para lograr la maestría (que es en realidad lo que abarca el proceso). Que ser exitoso no necesariamente significa que todo es perfecto, sino que es una mezcla de caídas y levantadas, que nos llevan al crecimiento en medio de la imperfección. Y a punta de coraje y valentía vamos llegando a la meta. Porque el fracaso, para mi, no existe en términos del ser humano. No somos fracasados ni perdedores. Esos son calificativos que no aplican a las personas, no fueron diseñadas para nosotros.
Pero se han arraigado mucho en nuestro vocabulario al punto de causarnos parálisis cuando algo no sale como imaginábamos o como debiera ser. La maestría es el proceso, que es muy importante porque para lograr el éxito y qué éste sea duradero, debemos enfrentarnos con las fallas muchas veces e ir aprendiendo y viendo la oportunidad de crecer y hacer las cosas diferentes. El problema es que hoy en día estamos demasiado expuestos a la mirada del otro; las redes nos dan una visibilidad instantánea y nos asusta mostrar algo menos que terminado y perfecto. Queremos tener un éxito tras otro y así demostrar nuestro valor, pero esto es a costa de la maestría que nos da el hacer las cosas una y otra vez, del disfrute del aprendizaje, del hacer todo paso a paso. La cultura nos ha llevado a mostrar únicamente un resultado, rápido, fácil, sin complicaciones.
Nos da terror la página/lienzo en blanco. Pero abrazar nuestra vulnerabilidad es lo que nos da la capacidad para discernir por donde están las posibilidades, cual es mi misión y cuáles son los caminos que voy labrando para lograr el crecimiento. El miedo a exponernos y al que dirán nos reprime y no nos deja intentar varias veces, ser creativos e innovadores. Ahí perdemos, nos estancamos, dejamos de vivir realmente. Jugar a lo seguro nos quita el gustico por la vida que al final se pasa y no nos damos cuenta a qué horas.
El vacío existencial es la enfermedad de moda. No nos contactamos con nuestra esencia y dejamos que el miedo a que nos vean menos que perfectos o haciendo cosas diferentes nos suma en un letargo en el que nos acomodamos y después es difícil dejar.
Algunas ideas que nos pueden ayudar a crecer aún en medio de la dificultad:
Te invito a tener expectativas, pero vivir en la realidad. A crecer, trabajar, aprender y disfrutar el camino de la vida.