Sobre la imprevisibilidad de la vida
¿Sabes que va a pasar mañana? Muchas situaciones nos cambian la vida y no teníamos forma de saber que ocurrirían. La forma como nos enfrentamos a la incertidumbre, como aceptamos el cambio y logramos soltar el control, determinan el éxito que tendremos para adaptarnos y vivir una nueva vida posible. En el autoconocimiento y la flexibilidad está el éxito para lograr una vida plena y significativa.
Esto estaba pensando justamente hace unos minutos, cuando recordaba que en febrero de este año mi único fin era ir alcanzando uno a uno los objetivos planteados el 31 de diciembre del año anterior. Esos propósitos de año nuevo que nos hacemos, dejando atrás todos los problemas de antes, y que le ponemos todo el corazón y las ganas. En febrero todavía están frescos y todo marcha sobre ruedas. Pero este año, a mitad de marzo, la pandemia se nos vino con toda y en Bogotá nos encerraron para no esparcir el virus. Y de ahí toda mi vida y la de las personas que conozco y no conozco, las personas del mundo entero… cambió.
Aún me parece increíble que esto haya pasado. Estamos en Noviembre, los casos siguen disparados aunque en meseta, en Europa volvieron al cierre casi total, y hasta nuestro vocabulario ha cambiado. Ahora hablamos de nueva normalidad, medidas de bioseguridad, confinamientos etc… y a la moda le hemos añadido el tapabocas, que viene en todas las formas y para todos los gustos.
La vida es imprevisible. No sabemos qué va a pasar mañana y aunque haya cosas que nos ayuden a tener más conocimiento sobre todo y estar mejor preparados, -como estar informados con las noticias y las redes sociales, aprender sobre temas innovadores y actuales, saber sobre economía, finanzas, y política-, igual existe una gran dosis de incertidumbre que nos quita la paz interior.
La verdad, aunque no nos la creamos, es que no podemos controlar prácticamente nada relacionado con los sucesos de la vida en general, ni con lo que los demás deciden hacer. Podemos ser precavidos, tomar medidas de seguridad, tratar de que nuestros hijos salgan poco y no se expongan, investigar etc… pero todo esto tiende más a regular y a darnos una tranquilidad mental que al final nada tiene que ver con controlar los eventos sino solo con paliar nuestro miedo.
Porque el miedo es la emoción que rige nuestro actuar (o no actuar), que se aumenta entre más incertidumbre tengamos. Y ante las pérdidas, la tristeza o la rabia son las que nos invaden. Y nos encerramos en una burbuja de cristal en cuanto nos sentimos un poco más seguros, quedándonos ahí sin tocar nada de afuera.
Así evitamos los sucesos inesperados y pasamos los días haciendo lo que toca hacer y moviéndonos en nuestra zona de confort (zona de anestesia). Planeamos lo que podemos planear a pesar de la incertidumbre y nos encomendamos a fuerzas superiores para que eviten cualquier cosa que nos mueva el piso.
El problema es que todo este aparente control, sólo nos da una sensación de estabilidad, hasta que inevitablemente llegan los problemas y nos enfrentamos con el dolor y el sufrimiento. Yo llamo a estos momentos, los momentos de gracia, de iluminación y de vida. Porque estar en una zona segura todo el tiempo nos priva de saborear la vida. Los momentos de dificultad nos despiertan a un mundo afuera de nuestra urna de cristal y nos tocan, nos contactan con lo valioso y nos abren los ojos a experimentar el amor, a sentir nuestras emociones, a mirar a los ojos al otro, a aprender a crear algo nuevo.
Es por esto que lo único que queda es la actitud con la que nos enfrentamos a lo incierto. No sabemos que va a pasar mañana, ni en un mes o un año. Se nos invita a vivir el día a día y… soltar.
Aliviamos la angustia si logramos definir lo definible, arreglar lo arreglable y planear lo planeable. El resto…. ya veremos. Porque a este mundo hemos venido a vivir en él, con nosotros y con los otros. Esa es nuestra existencia, una vida en relación y cambio constante. La temporalidad nos enfrenta a nuestra finitud. La invitación es a abrazar la incertidumbre, aceptar y soltar.
Entre más flexibles seamos ante lo imprevisible, menos resistencia pongamos ante el cambio y el movimiento vital, menos sufrimiento innecesario tendremos. Nos adaptaremos más fácil y tendremos una actitud a apertura y bienvenida a cada suceso. Y eso incluye la regulación de nuestras emociones para que nos ayuden a movernos hacia las posibilidades de valor en cada circunstancia de la vida
La emoción es la que nos contacta inicialmente con lo valioso, y por medio de la emoción, que es muy pasajera(dura de 10 a 15 min), me acerco a la situación (por ejemplo la pandemia). El miedo me muestra el peligro que representa para mi salud y la de mis seres queridos; también para mi situación de vida. La rabia aparece porque se me arrebata un proyecto de vida inmediato valioso para mi, mi trabajo, estudio, calidad de vida etc…
Precisamente por las emociones que siento, intuyo que algo bueno/malo puedo sacar de todo esto. Si no logro ver lo valioso, me voy quedando ante lo que pierdo y surge la ansiedad y la angustia. Es como una visión de túnel mas duradera que no me deja moverme sino me lleva a encerrarme en mi miedo, en mi rabia. Pero, si logro ver algo valioso para mi, le doy un significado diferente a la situación, hago conciencia y me muevo hacia ese valor intencionalmente. Por ejemplo de doy un giro a mi negocio, me adapto a un nuevo estilo de vida, aprovecho para dedicarme algún tiempo personal veo el bien que trae en general y no solo el mal.
Entonces, ante las circunstancias que no podemos controlar:
- Angustia inicial. En esta etapa es donde estamos más vulnerables. Buscamos entender la situación a través de lo intelectual, la razón. Se supone que tiene alguna duración más o menos específica, no dura para siempre; con síntomas muy característicos, llanto, perdida de peso, disminución de la libido, concentración, pueden aparecer ideas suicidas, insomnio, culpa. Hay susceptibilidad a enfermedades físicas. Poco a poco empieza a haber contacto social, se empieza con la vida normal y la medicación con antidepresivos no sirve. El tenernos paciencia y auto comprendernos permite saber como pienso, como siento, actúo. Poco a poco vamos permitiendo la apertura afectiva y ahí se empiezan a ver valores, al salir de mi mismo y ver en perspectiva. Permitirnos expresar las emociones nos va llevando a la aceptación, que es dejar que la situación sea, dejarse afectar. En la aceptación abrimos la posibilidad a un cambio. Pero aceptar es un medio. Es la posibilidad de abrirse voluntariamente de una forma reflexiva y flexible a una situación que nos genera malestar.
- Ver una vida posible. Por ejemplo, a pesar de la pandemia, podemos seguir trabajando desde casa, se abren nuevas oportunidades, si nos cuidamos podemos seguir con la vida. Empiezan a aparecer esos valores y podemos ser conscientes de que los valores no se han perdido, están ahí. Perdí un bien posible depositario de esos valores, pero no los valores. Los puedo depositar en otras conductas, profesiones, personas, recuerdos… Aquí es donde la flexibilidad, el poder dejar lo que era para poder ajustarse a lo que es, es importante. La capacidad de dejar el pasado atrás y no quedarse añorando la vida como era, sino ver que aunque cambie, puede ser inclusive mas satisfactoria y mejor.
- Acciones concretas ante la nueva posibilidad. La acción es renuncia a algunas cosas para vivir otra vez. Encontrar nuevos caminos de sentido y ejecutarlos. En la acción es donde sucede la magia, pues es el coraje personal sacando lo mejor de cada uno de nosotros. Sacamos lo mejor de nuestra imaginación y nuestros recursos, somos capaces de crear, innovar y volver a poner en marcha. Lo importante es que no nos creamos que ya salimos del todo, pues…. la vida es imprevisible!!
Ante la tentación del control es importante:
- Escoger cuales batallas vamos a pelear. No podemos controlarlo todo, así que dediquémonos a lo que si está en nuestras manos cambiar y soltemos lo demás.
- No pre ocuparnos, pues la mayoría de cosas que nos mantienen ansiosos nunca ocurren. Ante la muerte, que seguro si va a ocurrir, algún día, conocerla, hacerla amiga. El resto ocuparnos cuando sucedan, antes solo produce estrés, ansiedad y angustia.
- Vivir en el presente, con lo que sucede hoy, con la realidad actual. No podemos hacer nada para cambiar el mundo entero. Así que trabajemos por nuestra familia, nuestra comunidad inmediata, nuestro pequeño mundo.
- Cuidemos lo que entra a nuestra mente, que noticias vemos, cuantas, que compartimos, en que ocupamos nuestro tiempo, a quien ayudamos. Recordemos que en el dar está el sentido. Abracemos una causa.