La vida siempre nos está cuestionando, poniéndonos delante retos, oportunidades. Pero muchas veces nosotros no nos damos cuenta, las dejamos pasar sin pena ni gloria y no aprendemos nada. En un año como el que estamos viviendo, estamos llenos de señales, que nos dicen a gritos que pongamos atención, que es el momento ideal para desaprender viejas formas de comportarnos con nosotros mismos, con los demás, con nuestro planeta. Muchos no harán caso, pondrán excusas, culparán a teorías de conspiración, a china etc. Pero para otros es una oportunidad donde se ilumina un camino diferente que si logramos transitar a pesar del miedo a la incertidumbre, a la pérdida, la enfermedad y la muerte, podremos crecer de manera que nos contactemos con lo valioso, veamos nuevas formas de vida mas intencional, más intensa, plena y feliz.
Nos hemos visto enfrentados a restricciones en nuestra libertad de movimiento y de reunión. ¿Qué aprendimos?
- Era importante vernos con familiares y amigos.
- No todas las reuniones eran necesarias. Perdemos tiempo yendo a todo y no todo aporta.
- Nuestra libertad de movimiento es valiosa. Sentirse encerrado afecta el ánimo, limita nuestras costumbres.
- El encierro y el distanciamiento nos hicieron mas creativos. Buscamos formas de comunicarnos con los demás a través de internet. Nos inventamos hobbies nuevos, jugamos en familia e innovamos en la forma de pasar nuestro tiempo juntos.
- Nos confrontamos con el tener que pasar 24/7 con nuestra pareja e hijos, lo cual debería ser natural, pero no lo es. Volver al origen de las cosas.
- El planeta tuvo un respiro. ¿Nos hicimos más conscientes?
Nos hemos visto enfrentados a la posibilidad de la enfermedad y la muerte. ¿Qué aprendimos?
- Damos por sentada nuestra salud, el sistema que nos provee el servicio, el personal médico que nos atiende. Todo puede colapsar y faltar; nos podemos enfrentar a incomodidades, esperas, carencias, y a la impotencia de…. «no hay nada que hacer».
- Vimos que la enfermedad puede ser muy solitaria en un aislamiento obligatorio.
- Nos golpeó la posibilidad de no poder despedirnos de nuestros seres queridos, de no poder verlos en su enfermedad y acompañarlos. De no poder tener un rito funerario que nos ayude a afrontar la muerte y hacer el duelo.
- Pero también nos llevó a pensar la vida de forma diferente, haciéndonos conscientes de su imprevisibilidad y de su finitud.
- Es importante pensar colectivamente, somos responsables del bienestar de todos, no solo del mío y los míos.
Nos hemos visto enfrentados a las relaciones complejas que estaban enmascaradas por el trabajo y las actividades fuera de casa. ¿Qué aprendimos?
- A veces creemos que nuestra relación de pareja va bien porque no discutimos, pero es una calma superficial que sólo se evidencia en la convivencia continua.
- Nos distraemos con la cotidianidad, la rutina de los hijos, la casa y el trabajo y no trabajamos en fortalecer cada relación de manera individual y única. Al final no conocemos ni a nuestra pareja ni a nuestros hijos, realmente.
- Hay que poner límites sanos y hacerlos respetar, pues cada ser es único y necesita su espacio para desarrollarse plenamente, para expresarse, para crecer.
- En el hogar, la colaboración de todos es esencial. No puede recaer el peso de todo en una sola persona.
- Debemos ser creativos y respetuosos para evitar roces y peleas innecesarias, para evitar herir a los otros. Cuidar lo que se dice y se hace.
Todos tendrán sus propios aprendizajes, éstos son tan solo algunos. Lo importante es que nos demos el tiempo para reflexionar y crear hábitos nuevos que nos ayuden a ser mejores personas; hacer una limpieza de fin de año a partir de lo aprendido. Cuando no hacemos limpieza, el desorden se sigue acumulando y luego es más difícil quitar el mugre (pensemos en un plato con salsa de tomate que no se lava de inmediato sino hasta el día siguiente), lo que no se limpia nos pesa, nos lleva a culpar a quien lo hizo o a nosotros mismos por no arreglarlo a tiempo.
Así que esta es buena época para hacer un poco de limpieza y para esto algunas ideas:
1. Reparar relaciones deterioradas. Para esto es necesario primero que todo admitir que existe un problema, que nosotros somos parte de él, no solo culpar a la otra parte. Y esto es muy importante porque no podremos llegar a reparar nada si no admitimos nuestro error (el otro lo ve igual); inclusive aunque no haya sido nuestra culpa, alguien debe dar el primer paso y eso no nos quita ningún valor, al contrario nos hace mas valientes. El coraje lo demostramos al hacer esa llamada a saludar, enviar el mensaje, etc. pero ojo, nadie dice que vaya a ser fácil. Debemos estar preparados para cualquier respuesta, inclusive una que no nos guste. Lo importante, es dejar en claro que queremos sanar la relación, no dejarnos maltratar (hay que poner límites sanos), pero dejar siempre algo mejor que lo que era antes.
2. Limpiar concepto de amistad (dejar las importantes y cuidarlas). Podemos tener miles de contactos, amistades de Facebook, grupos de WhatsApp. Pero seamos realistas. ¿Cuántos son realmente nuestros amigos? ¿Con quienes podremos contar en los momentos buenos y malos? Perdemos el tiempo en grupos, reuniones, redes que no nos aportan nada y descuidamos las verdaderas amistades. No nos queda tiempo para lo importante y no queremos perdernos de nada de lo que le ocurre a personas con las que no tenemos nada en común. Una limpieza en este sentido es muy importante y dedicar tiempo consciente el próximo año a lo que es valioso para nosotros.
3. Revisar gastos (en que gasto mi tiempo y mi dinero). Nos dejamos llevar por modas, por el comercio, las propagandas, las rebajas. Hacer un gasto consciente de nuestro dinero, organizar nuestras finanzas, de acuerdo con nuestras metas, con lo que queremos lograr. Poder ahorrar para lo que verdaderamente nos importa, nos va a traer tranquilidad, y podremos dedicar nuestro tiempo no solo a trabajar para pagar deudas, sino reservar tiempo para nuestras relaciones de pareja, nuestros hijos, entretenimiento, y todo aquello que sea valioso. Recordemos que no se vale decir que no tenemos tiempo, pues somos tiempo y presencia en nuestra existencia terrena.
4. Brillar mis emociones, pulirlas para que sean adecuadas, objetivas y reguladas. No dejarme llevar por ellas sino ser el dueño de ellas. Que un día gris, un problema con alguien, una mirada de otro, no me dañen el ánimo. No todo es contra mí; debo ser objetivo y mirar al otro con compasión, sabiendo que puede estar librando batallas que no conozco. Ésta época nos ha enfrentado con los miedos propios y los de los demás. Lo ideal es entender que todos pasamos por momentos difíciles y que somos mas que lo que sentimos y expresamos.
5. Ordenar lo importante (ubicarme de acuerdo con lo que en realidad es valioso para mi, encierro y distanciamiento, fiesta, alimentación, ejercicio, intelecto). ¿Qué es lo que quiero lograr en cada área? Si no tenía tiempo para mi, ahora se que es importante, y que de eso depende en gran parte mi salud mental, emocional y física. Cuidarme en todos los aspectos, no esperar a que alguien lo haga por mí; no ser víctima y culpar a todos por mi falta de compromiso conmigo mismo. Hacer y dar espacio a lo que quiero para mí.
6. Hacer mantenimiento a mi conciencia (cómo me comporto, qué hago, qué digo y pienso. Revisión, reparación y perdón). La logoterapia es una educación para la responsabilidad; la habilidad de responder a la vida de una manera intencional. Para esto tenemos que estar dispuestos a revisarnos, entendernos, comprendernos. Pero también reconocernos en nuestra imperfección y reparar los daños que podamos causar en otros. Y para eso también tenemos que poder ver al otro en su humanidad, reconocerlo como otro yo de igual valor y dignidad. Verlo con compasión, comprenderlo y dar segundas oportunidades. Y ver mi relación con el entorno; cómo colaboro para hacer un mundo mejor, para no dañarlo, para experimentar su belleza y respetarla y cuidarla. Afinar la conciencia (término del psicólogo Danielle Bruzzone) para «darme cuenta» intencionalmente de lo que sucede a mi alrededor y elegir actuar, por convicción personal.
Cuando todo está limpio y organizado y brillante, puedo ver las posibilidades de un año mejor, oportunidades nuevas; ver la vida con esperanza e ilusión.
Este es un buen mes para meditar y hacer la lista de cambios personales en los cuales trabajaremos el año que viene. Una lista de máximo 10 cosas, pues no podremos hacer nada si el listado es de varias páginas. Escojamos lo más importante y pongámonos metas que sean medibles, reales y se puedan cumplir. Paso a paso.
Emily Atallah