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¿Cómo afrontamos los duelos en la vida?

Cuando hablamos de duelo nos referimos al proceso que se da cuando sufrimos la pérdida de una relación espacio temporal conmigo mismo (como el paso del tiempo, o la pérdida de facultades mentales, de la salud, o la amputación de un miembro corporal etc…) o  con el otro (relaciones afectivas, con el entorno, muerte de alguien cercano, pérdida laboral o económica etc…)  

No siempre está referida a la muerte de alguien, pero si es una experiencia multidimensional que afecta lo biológico, lo psicológico y lo espiritual, pues hay una ruptura o pérdida de algo o alguien valioso para nosotros; y significa un cambio de un estado a otro; siempre involucra la pérdida de la identidad como se conoce hasta ese momento y el no saber qué viene después.  

Así que el duelo está marcado por la incertidumbre de no saber cómo será la vida posible y si en realidad existirá una nueva vida posible.  Y cuando no se logra ver más allá del dolor, morimos con nuestros muertos y con nuestras pérdidas.  Morimos en vida, dejamos de vivir.  Y tendemos a la resignación o a la rendición, donde las cosas se mantienen en ese estado de estancamiento y parálisis donde se perpetúa el sufrimiento sin sentido.  En la aceptación es donde abrimos la posibilidad al cambio.

Sólo en la aceptación de la pérdida, podemos sufrir sanamente, y abrazar el dolor para seguir viviendo.  Podemos ver mas allá y crear una nueva relación y una nueva vida, con el hecho de la ausencia y la pérdida.  Para esto es necesario respetar nuestro tiempo y nuestro ritmo.  Tener paciencia y hacer lo necesario cada día, reconociendo que no estamos bien, recogiéndonos en silencio, recordando, haciendo silencio, para poco a poco ir recogiendo los pedazos de nosotros mismos e irnos reconstruyendo.  En el duelo, no cabe nadie más.  Podemos escuchar consejos, aceptar la presencia y la ayuda de otros, pero el tiempo es personal.  Está bien estar mal y no hay necesidad de quedar bien con nadie.

En los duelos por rupturas amorosas, que son tan fuertes, es muy importante la experiencia de los sentimientos de incredulidad, rabia, culpa, desamparo, impotencia.  Un clavo no saca otro clavo.  Si no atravesamos el proceso de duelo, se quedan todos los sentimientos y las heridas sin sanar y una nueva relación estará viciada de lo que dejamos sin resolver en la anterior.  En la ruptura de relaciones experimentamos el rechazo de lo mas intimo de uno mismo.  No solo debe luchar con el sentimiento de pérdida de la persona que amaba sino también con la pérdida de la propia autoestima.  Y además queda la esperanza del reencuentro (posible o no, igual es motivo de sufrimiento) y el dolor de saber que la persona está allí en algún lado, hay que verla tal vez, pero es inalcanzable.

Hay duelos por pérdidas económicas que nos enfrentan a un cambio en nuestra calidad de vida, a la incertidumbre de no saber cómo vamos a sobrevivir la semana o el día siguiente, cómo vamos a alimentar a nuestros hijos, o pagar su educación.  Son muy fuertes porque estamos en una sociedad materialista e individualista, donde es difícil conseguir la solidaridad de otros pero es aun más difícil el enfrentarse a los sentimientos de incompetencia social que se generan (aunque no sean verdad).  Como estamos acostumbrados a llevar un ritmo impuesto, alejado de nuestros valores propios y nos hemos masificado en torno al dinero, la pérdida laboral y económica afecta directamente lo que creíamos que era nuestra propia identidad que al final era la identidad colectiva.  Aquí hay una oportunidad para comenzar de nuevo, conectando con lo que nos es propio, lo valioso para cada uno de nosotros y hacer la diferencia.  Aceptar esto no es fácil y se requiere de mucho coraje y flexibilidad.

Existen  los duelos evolutivos, muy poco reconocidos, que se dan por el paso del tiempo,  y son internos, dentro de la persona.  No se aceptan con facilidad, pero son cambios psíquicos, esquemas morales o de valores, vivencias del propio cuerpo; nos enfrentamos con la vejez, con lo que ya no es posible, con la pérdida sutil de facultades.  La mayoría de las veces no queremos ser conscientes de éstas pérdidas, pero son reales.  Otras veces se tratan de negar, no se vive el duelo por ellas y se recurre a cirugías, tratamientos etc… en busca de evitar lo inevitable.  Por eso es tan importante hacer el duelo, pasar por el proceso de aceptación, para lograr vivir de manera plena a pesar de todo.

Los duelos por muertes parciales como el que se da cuando hay amputaciones corporales son especialmente importantes por la dificultad que se genera en la aceptación de una vida propia que no volverá a ser como antes.  Involucra toda la relación con nuestra identidad, nuestra autoestima y la forma en como nos relacionamos con otros.  

Y así podríamos nombrar miles de duelos que pasamos a lo largo de nuestra vida, unos más evidentes y significativos que otros, pero siempre muy importantes.  Nadie puede acelerar el proceso de duelo ni nos puede decir como vivirlo.  Aunque leamos mucho, es el alma la que sabe cómo es el proceso interno y lo importante es transitarlo.  El dolor y el sufrimiento es personal y así mismo es la capacidad de encontrar el sentido.

Siempre cuando algo muere, una parte de mi se va con esa persona, con esa relación, con esa pérdida, con ese empleo.  Pero también es una oportunidad para renacer.

Hoy en día nos encontramos en una sociedad que valora la fortaleza, la competencia y  desprecia el sufrimiento y el dolor que nos acerca a una actitud agradecida por lo que se tiene y se es.  

Elegir nuestra actitud ante el sufrimiento y la muerte sí es posible y  es un acto de libertad propia de nosotros como humanos. 

Algunos tips para vivir el duelo:

  • Hace falta y por eso es bueno recordar, hacer reflexiones sobre la experiencia como tal y también sobre lo vivido.  Recordar el pasado sin quedarnos ahí, sino revisando los aprendizajes y haciéndolos parte la vida actual.  Se vale recordar con amor, con dolor y también con rabia.  Pero lo importante es no quedarnos ahí, sino tomar acción concreta con respecto a los sentimientos.
  • Es importante también despedirnos de lo bueno, de lo que nos va a hacer falta.  No para dejarlo en el olvido, sino para agradecerlo de forma consciente y anexarlo como parte de lo que nos hace ser lo que somos hoy en día.
  • Hacer rituales, como altares, ceremonias, velas, reuniones dedicadas a la celebración de la vida, cuando un ser querido ha partido. Hablar con quien se ha ido, pues uno no muere sino hasta cuando ya nadie lo recuerda. 
  • Perdonar y perdonarse por lo hecho y lo dejado de hacer. Por la responsabilidad propia en lo sucedido, por las palabras no dichas….
  • Ante todo recogernos en silencio y reflexión, experimentar el proceso, aceptar las emociones del momento y tenerse paciencia.  

Todo esto es más fácil decirlo que hacerlo, pues todo duelo, como lo indica la palabra es muy doloroso.  Pero si uno se ve estancado en el duelo, no logra ver mas allá del dolor es posible pedir ayuda para transitarlo y lograr ver una nueva vida posible.  No es cuestión de pasar la pagina, sino de aceptar la ausencia y continuar viviendo, inclusive encontrar sentido a pesar del dolor.

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