
“Las grandes épocas de nuestra vida son aquellas en que nos armamos de valor y rebautizamos el mal que hay en nosotros llamándolo nuestro mejor bien”.
Nietzsche
Genealogía de la moral
Sólo unas reflexiones acerca de la forma como podemos enfrentar la adversidad, tema sobre el cuál hemos estado hablando durante todo éste mes.
La adversidad representada de múltiples formas como sufrimiento, dolor, pérdida, muerte, enfermedad, ruptura, problemas, es un punto de quiebre en la vida. Es un momento de antes y después en el cual se nos obliga a parar y donde se interrumpe el proyecto de vida que tengamos.
Podemos enfrentarlo de una forma resignada o desde la aceptación. Cuando nos resignamos, dejamos que las situaciones pasen por nosotros y dejamos así, no tomamos ninguna acción sino nos rendimos al karma, al destino, de una forma pasiva. Es sentirse impotente e indefenso, un poco víctima todo el tiempo.
Muchas veces es necesario saber qué es lo que podemos cambiar y cambiarlo y otras es necesario cambiar nuestros propios deseos.
Cuando aceptamos el sufrimiento o el momento difícil hacemos conciencia, reconocemos lo que sucede, vivimos la situación, la entendemos y tomamos decisiones, de una forma activa.
Actuamos de tal manera que podamos vislumbrarnos de otra forma a pesar de la adversidad. Elegimos aprender a partir del sufrimiento, aunque sea inevitable. Podemos conectarnos con nosotros mismos, conocer nuestras emociones y nuestras reacciones, podemos analizar la situación y asimilarla para que no se repita o para poder superarla. Podemos decidir compartir nuestra experiencia con otros y ayudarlos a su vez a superarlas.
Aceptar nos lleva a reinventarnos y adaptarnos proactivamente. No negamos el hecho, tampoco lo escondemos ni hacemos como que no ha pasado nada. Lo que hacemos es apropiarnos de nuestro sufrimiento y vivirlo. Aceptar no es controlar, sino es transitar, como viene y darse la oportunidad de construir una nueva vida a partir de la experiencia.
¿Es fácil? Por supuesto que no. Pero es la vida, y hacer como si nada lo único es que nos llevará al vacío existencial, la ansiedad y la depresión.
Cuando logramos encontrar el sentido en ese sufrimiento es cuando crecemos como personas, experimentamos con nuestras emociones y sentimientos y las reconocemos y aprendemos a manejar y modular. Tenemos una intencionalidad de encontrar el significado de ese sufrimiento, de preguntarle a la vida para qué es que estoy pasando por esto y de esa forma lograr darle significado de valor que conscientemente aclarará nuestra mirada sobre esa vida y tendremos la oportunidad de responder.
Y esto lo logro desde mi entendimiento personal, lo que hace que sea yo el que encuentro la salida, no me es impuesta. Saco todos mis recursos para encontrar las posibilidades de una vida que vale la pena vivir, a pesar de todo…