En todos los ámbitos, la vida se compone de pequeñas cosas, pequeños detalles que damos por supuestos y no caemos en cuenta de la importancia que tienen, probablemente hasta que nos faltan. En el trabajo al igual que en la familia y en nuestras relaciones sociales, hay pequeñas cosas que las personas hacen y que nos alegran o entristecen y también nos causan ira y miedo. Son gestos, miradas, palabras, acciones que componen un todo y enriquecen o empobrecen nuestro mundo.
¿Quién no se ha sentido feliz, literalmente, cuando alguien lo llama para saber como está?, ¿cómo sigue ante una situación difícil? o ¿sólo para decirle que se acuerda y que está presente?
¿Y que tal cuando recibimos algún detalle como un chocolate, una flor, una nota que nos dejan en la nevera diciéndonos que somos importantes? ¿Qué pasa cuando nuestro jefe no solo habla de cuestiones laborales sino que alguna vez pregunta por nuestros hijos? o ¿se interesa por saber quienes somos y que pensamos?
Es que somos seres relacionales y aunque nuestro mundo no debe girar alrededor de lo que los demás opinen, digan o hagan, en teoría, sí es importante la relación que tenemos y…dejémonos de mentiras, si nos importa y mucho lo que los otros piensen de nosotros.
Por eso algo tan sencillo como llamar a alguien por su nombre, recordar lo que nos han contado, ser honestos y transparentes en nuestras conversaciones, indagar sobre el otro con un interés genuino, saludar con una sonrisa…. Eso es lo que hace que nuestro mundo sea más bonito y los días se iluminen.
Y todos estamos esperando eso de los mas cercanos, que se interesen por lo nuestro. Ellos esperan lo mismo de nosotros. Pero ¿por qué es tan difícil? Creo que nos quedamos esperando a que los otro hagan y no empezamos a hacerlo nosotros por ese orgullo que nos llena por dentro y que nos hace creer que las demostraciones de amabilidad, simpatía y amor nos hacen vulnerables y débiles. Tenemos que mostrarnos fuertes ante los demás, importantes, cultos, expertos y cualquier cariñito que expresemos lo vemos como una demostración de inferioridad que hoy en día nos deja mal parados en nuestra imagen de competitividad y fortaleza.
Pero ¿qué pasaría si diéramos el primer paso y como líderes nos mostráramos vulnerables, iguales a todos, generosos, interesados por el bienestar de nuestros compañeros y amigos? Tal vez eso que nos hace ser seres humanos también sea lo que nos une y nos hace ser una fuerza mayor y mas potente.
Si nos mostramos en nuestra humanidad compartida y nos vemos todos como personas llenas de ganas de superarse, ávidos de aprendizaje, llenos de ideas y dispuestos a crecer, correr riesgos, pero también personas que cometen errores y aprenden de ellos, merecedores de segundas oportunidades. Creo que haríamos mejores equipos de trabajo, mejores y más unidas familias, mejores parches de amigos, donde los pequeños detalles contarían y estaríamos dispuestos a ayudarnos en las dificultades pues seríamos mas empáticos unos con otros. Nos reconoceríamos nuevamente y veríamos que todos pasamos por las mismas caídas y celebraríamos los éxitos como propios.
Bueno soñar es fácil, es bonito y en mi mundo ideal nos aceptaríamos tal cual somos….será imposible?
Hoy te invito a mostrarte como eres y estar orgulloso de ti. Fijarte en las pequeñas cosas. Ser detallista. ¡Eres especial definitivamente!