La preparación para una vida de productiva y feliz del ser humano como ser social, que vive en comunidad, es el gran reto de la educación actual.
La sociedad de hoy nos ofrece grandes oportunidades y también grandes desafíos, -humanos y tecnológicos-, que nosotros como padres y educadores debemos enseñar a sortear de la manera más adecuada para que los frutos que se recojan sean abundantes y contributivos con un mundo cada vez mejor.
Entre los múltiples temas, hay algunos que llaman la atención y que son de importancia y no siempre se tratan por ser poco medibles. Se ha dejado de lado todo lo que no tenga que ver con lo académico y pocas veces se valora lo relativo a la inteligencia espiritual, que no es otra que aquella que nos lleva a salir de nosotros mismos para tener una relación con los otros seres humanos, el entorno, la naturaleza y el cosmos en general.
Dentro de algunos de los temas que es de vital importancia por sus implicaciones a futuro tenemos el tiempo libre, con el cual debemos lidiar desde que somos pequeños y que en ningún caso, ni en la niñez ni en la adultez debemos confundir con ociosidad, que es contraria al trabajo productivo.
Es muy importante en esta época de actividad frenética, el uso de ese tiempo fuera del trabajo y de lo académico, que nos da descanso, diversión y desarrollo de la personalidad.
Ese espacio necesario para la contemplación, para soñar, para imaginar, para meditar sobre la vida, sobre los proyectos próximos y futuros, lo que nos da una perspectiva clara de lo que queremos lograr y a donde queremos llegar. ¿Qué mejor que acostarse en una hamaca a leer o simplemente a contemplar la naturaleza?
El tiempo libre es importante y necesario para desarrollar la creatividad, organizar la vida, ponerla en perspectiva y encontrarle un sentido a lo que se realiza y visualizar una existencia con ideales. No debe ser llenado con clases académicas y mas tareas para entretener la mente. Debe ser como su nombre lo indica, libre. Una cosa son las clases de arte, de cultura, de música, deportes, etc… Son importantes por supuesto. Pero no deben ser lo único ni deben desplazar esos momentos de «mirar para el techo», que proporcionan un conocimiento de sí mismo y de lo que nos rodea y la asimilación de lo realizado durante el día o la semana.
Otro tema de importancia y que la tecnología nos va quitando, es ese espacio para cultivar las amistades, nuestras relaciones con otros, donde expresamos sentimientos, nos volcamos a las necesidades de aquellos a quienes queremos, entregamos una partecita de nosotros mismos y salimos de ese “yo” que nos tiene atrapados durante todo el día. Conocer a nuestros vecinos, tener espacios de juego con amigos, compartir una cena, o simplemente un café.
Cuántas veces pasa el tiempo y no nos hemos comunicado personalmente con aquellos a quienes apreciamos. El chat, las redes sociales, el celular y el computador, nos mantienen hoy en día más conectados que nunca, pero también mas alejados. Sabemos un poco de todos, pero no mantenemos conversaciones profundas, discusiones constructivas ni intercambiamos opiniones e ideas. ¿No será esto un poco lo que nos lleva a la intolerancia, a la falta de solidaridad? se pierde el contacto personal y por lo tanto los sentimientos son personales e individuales. Nos alejamos del otro y dejamos de ser compasivos.
Es muy importante enseñar la verdadera dimensión de la tecnología como un recurso que asiste al hombre pero no lo suplanta; hacerle ver al niño que es un ser humano único, irrepetible e importante y que no debe dejarse masificar por la tecnología y las comunicaciones; que debe luchar cada día por ser mejor, por aprender más y no dejarse llevar por la comodidad extrema del no tener que hacer nada.
Los videojuegos nos alejan cada día mas de nuestros hijos. Puede ser muy cómodo que estén entretenidos y qué decir de los adultos que también se aficionan, pero se pierde el tiempo libre sin compartir con los demás y sin dejar nada como aprendizaje. La dosificación es la respuesta. No podemos alejarnos del mundo, pero podemos poner horarios y disfrutar de más actividades.
El entretenimiento constructivo, alejado del quehacer diario, del trabajo o la escuela es una forma de cultivar los valores individuales, intelectuales y sociales; leer un buen libro, hacer una visita a familiares o amigos, compartir en una fiesta, jugar con otros, practicar un deporte, visitar un museo, una exposición, ir al teatro, realizar algún viaje en familia siempre cuidando que sean espacios sanos que no nos hagan perder los buenos hábitos adquiridos con tanto esfuerzo durante el tiempo de trabajo, y que no deformen la conciencia.
Todos estos espacios para pasar un tiempo libre son vitales para el desarrollo del ser humano como persona, como ser interactuante. Si no se enseña a vivir el ocio, la persona se convierte en una adicta al trabajo, a la actividad frenética sin objetivo trascendente o se favorecen actividades que van en detrimento de la propia persona, llevando a vicios, adicciones y diversiones superfluas.
Una persona que no se siente confortable consigo misma, con la soledad, con el silencio estará siempre en búsqueda de algo que llene su vacío interior.
Es muy importante reforzar la cultura y las tradiciones que dan identidad a la persona y sentido de pertenencia, pues hoy en día todas las culturas están a nuestro alcance, y por las comunicaciones estamos viendo rutinariamente otras cosas que no nos pertenecen y que por moda se empiezan a adoptar como propias. Esto nos masifica, trata de volvernos iguales, nos quita identidad y se pierde la seguridad que nos da el pertenecer a nuestro propio grupo familiar, el calor de hogar.
Las familias deben vivir las tradiciones que les son suyas. Los alimentos, las celebraciones, las reuniones de juego, los temas de conversación que les son propios. El trabajo no debe nunca ser tan intenso que no deje lugar a sentarnos a la mesa y compartir el día con los nuestros. Todo puede pasar afuera, pero tanto padres como hijos debemos tener la seguridad de que dentro de nuestro hogar se nos ama incondicionalmente, por lo que somos y pensamos, sin juzgarnos.
Existe mucho tiempo para aprender en el sentido académico pero lo que se aprende en la familia, para la vida, se hace en unos pocos años mientras los hijos viven en casa.
Es de vital importancia lo que les demos en sus primeros años, pues es lo que los hará tomar sus decisiones correctamente mas adelante en temas delicados. Un hijo que crece con el apoyo permanente y la guía de sus padres es un ser humano dotado de gran seguridad para la toma de esas decisiones. Si la guía ha ido por el buen camino, dando importancia a los valores, reforzando hábitos para convertirlos en virtudes, entonces el resultado será el de una persona que de el justo valor al trabajo, al tiempo libre y a todos los avances tecnológicos a su alrededor.