
Hemos estado hablando sobre simplificar nuestra vida inclusive en la forma de comunicarnos con los demás. Y en este mundo informático pareciera que la tecnología, que llegó para quedarse, contribuye a que nuestra vida sea más fácil y nuestras comunicaciones mas inmediatas. Procesamos grandes cantidades de información en segundos, lo sabemos todo y la conexión con los demás es instantánea y permanente. Logramos más cosas, sabemos más, nos relacionamos con más personas y mas fácilmente y todo esto puede ser muy beneficioso.
El problema, es que ya no encontramos tiempo ni espacio para el silencio y para la conexión con nosotros mismos. Estamos constantemente rodeados por otras personas, de forma digital, a todas horas del día y de la noche, en el carro, la casa, la oficina, en las reuniones y clases de nuestros hijos, en la playa, en las vacaciones, en el camping y se nos convierte en una obsesión el mirar el celular a cada segundo, las redes sociales, el email e inclusive se esperan y esperamos respuestas inmediatas.
Esto tiene algunas consecuencias no tan buenas en nuestra vida:
- Es fácil estar comparándonos con los demás, porque las redes nos ofrecen sólo un lado de la historia. Comparamos lo peor de nuestras vidas con lo mejor de las de los demás. ¿Quien comparte sus tristezas, sus fracasos, su enfermedad, sus sentimientos oscuros y sus emociones negativas?
- Hay una constante necesidad de impresionar a los demás, demostrando nuestras fortalezas y ocultando nuestras debilidades y las de nuestras familias, trabajos, vidas sociales etc…. Así cuando estamos con los demás estamos todo el tiempo tratando de demostrar una vida inauténtica donde siempre estamos en control de todo y estos es agotador!!
- Queremos saberlo todo de todos. Ya no hay necesidad de reunirnos para ponernos al día sino que todo el tiempo tenemos información parcial de los demás y eso nos hace creer que estamos conectados, que tenemos «amigos» y que los conocemos.
- Igualmente tenemos una gran urgencia de comunicarlo todo, de que los demás sepan lo que pensamos, lo que comemos, en donde estamos, a donde viajamos.
- Nos volvemos dependientes de los demás y de su validación. También tergiversamos lo que nos dicen o dejan de decir. Es que es muy difícil saber lo que un escueto texto significa en realidad, o el por qué alguien no nos contesta de inmediato o nos deja en «visto» y determinar exactamente qué es lo que el otro está pensando.
Al final tanta conexión se está convirtiendo en una forma más de complicarnos la vida, de complicar la forma como nos relacionamos y como demostramos lo que somos y como queremos que nos vean.
El silencio se convierte en terror!! No queremos estar en silencio pues eso significa que nos hemos desconectado, que estamos solos. Pero solo el silencio nos permite escucharnos y escuchar lo que nos rodea. No podemos saber lo que la vida nos pide si no dedicamos varias horas al día y momentos a hacer silencio, sin pensar que por estar en silencio estamos solos o abandonados, o que nos estamos perdiendo de algo.
El silencio nos permite mirar en nuestro interior, vernos y evaluarnos, conocernos y saber hacia donde vamos. El silencio nos permite ver al otro realmente, no virtualmente. Nos permite unirnos en nuestra humanidad compartida y ese mismo silencio nos permite crear un vínculo más fuerte con lo que nos rodea, de manera real con lo bueno y lo malo.
Te invito hoy a practicar unos minutos de silencio cada día, acallar tus pensamientos, tratar de obtener la calma necesaria para poder escuchar lo que la vida te está pidiendo, lo que tienes para ofrecer.
Desconéctate para poder conectarte contigo y con tu entorno.