La semana pasada tuvimos un bonito Taller de perdón y límites, que intento realizar cada mes con el fin de poder reflexionar entre todos en una nueva manera de relacionarnos con los demás y de cambiar nuestros lenguajes violentos por unos de tolerancia y aceptación, todo sin perder de vista nuestra dignidad personal y la protección física y emocional que debemos tener como seres humanos.
Hablábamos mucho sobre esa forma de responder en la cotidianidad, siempre a la defensiva. Es como si estuviéramos listos para lanzar el primer golpe para dejar bien claro nuestro punto de vista, nuestra opinión, nuestros derechos, lo que nos merecemos, y un largo etc….. Pensando únicamente en nosotros mismos, desde nuestro ego. ¿Y los demás que? Si juntamos un montón de egos, lo que tendremos es una sociedad que se mueve desde la ira, desde el egoísmo y no desde la tolerancia y el amor.
¿Por qué nos cuesta tanto entender que el otro también tiene opiniones y derechos y que pueden ser diferentes a los nuestros, sin que eso signifique que nos están agrediendo o maltratando? ¿Cuántas veces se destruyen familias enteras, parejas, comunidades por el simple hecho de pensar políticamente diferente? o ¿tener ideologías diferentes? o ¿tener gustos diversos? Se raya en el fanatismo cuando nos expresamos como si lo nuestro fuera la última palabra y lo único valioso y se cierra la mente a descubrir las riquezas de los demás, el complemento que existe en manejar las cosas de diferente manera.
Una gran herramienta de liderazgo es esa capacidad de comprender al otro y lograr ver desde SU punto de vista, logrando AGREGAR algo a nuestro pensamiento propio y enriquecer el equipo de esa manera (equipo de trabajo, familiar, social). Pero qué difícil encontrar personas que piensen así hoy en día. Se confunde ser líder con lograr que todos hagan lo que «yo digo». Si adicionamos que nuestras comunicaciones se han reducido cada vez mas a la comunicación digital, tendremos como resultado unas cuantas líneas que expresan sólo lo que queremos pero sin el contacto físico que nos muestra las emociones y sentimientos de ambas vías. Los mensajes de texto, email, etc… carecen de esas expresiones no verbales y un emoticón no es capaz de mostrar en su totalidad si estamos felices, tristes, enojados, sarcásticos, impotentes, y cuántas emociones más, dentro de ciertos contextos y con la singularidad y unicidad de cada ser humano.
Creo que cada vez mas nuestras deficiencias en el lenguaje, que se van evidenciando tanto en el mal uso de las palabras , el vocabulario deficiente y las expresiones escuetas a las que nos lleva la comunicación digital, hace que nuestra comprensión del otro esté cada vez mas lejana. No vemos un ser humano sino una pantalla y aunque como lo he dicho muchas veces soy una fanática de la tecnología, lo soy también de la comunicación presencial, verbal y no verbal que nos lleve a tener un contacto cercano, comprendernos en nuestras situaciones, contextos e historias únicas y lograr empatizar con el otro para evitar los malos entendidos, llegar a la tolerancia y al entendimiento mutuos.
Los invito hoy a mirar al otro con compasión, es decir desde su humanidad, igual a la nuestra, llena de virtudes y también de defectos pero igualmente valioso y digno de respeto, preguntándonos, cuál será su historia, como será su vida, en que estado de ánimo se encontrará hoy, si habrá comido bien o a las carreras, si tuvo donde dormir o no … y mirarnos a nosotros mismos de igual forma.
Al vernos humanos, tal vez nos entendamos mejor y podamos al fin colgar los guantes de la venganza, el rencor y el resentimiento.