Comunicarnos para escuchar al otro, no para reaccionar ante lo que nos digan…

Ésta semana he estado pensando mucho en mi forma de comunicarme, la forma cómo digo las cosas, cómo las reciben los demás y lo que todo esto significa.
Muchísimas veces lo que hago es reaccionar a lo que me dicen, y mi lenguaje verbal y corporal muestran la emoción primaria con la que expreso lo que siento de inmediato.
¿Que quiero decir con esto? que la mayoría de veces simplemente reacciono a algo y sin siquiera dar un segundo a escuchar y elaborar lo que me están diciendo ya estoy mostrando un impulso y hablo con un tono de voz muy fuerte, manoteo y doy la impresión de que estoy enojada cuando en realidad ni siquiera he pensado en lo que me dijeron. ¿Les ha pasado?
Esto es comunicarnos para responder y no para escuchar a quien está enfrente. Y esto no es una comunicación de doble vía sino de una sola. No hay una verdadera interacción entre dos personas sino que una habla y la otra reacciona, no responde. Y me pasa contantemente que soy mal interpretada por mi forma de reaccionar. Yo pienso una cosa pero muestro otra. Y se rompe la comunicación.
Cuando estamos con otra persona deben darse ciertas condiciones para que nuestra comunicación sea fluida, y creo que es importante hacer conciencia sobre esto para entender el porqué muchas veces no logramos entendernos unos a otros, pues como en mi caso, aunque no sea intencional, es bastante común el no sabernos comunicar.
Es importante:
- Mirar a los ojos al que está frente a nosotros. Es signo de atención, honestidad, interés.
- Interesarnos realmente por lo que dice. Cuántas veces estamos hablando con otra persona y al final no tenemos ni idea de lo que nos dijo. Debemos poner nuestra mente y nuestro ser entero en la conversación sin distractores como el celular, o cualquier otra cosa.
- No tomarnos todo personalmente y estar a la defensiva. Cuando alguien dice algo que no nos gusta, en lugar de responder de inmediato con tres piedras, podemos dejar pasar, no tomarnos como si fuera a nosotros, darle el beneficio de la duda.
- No juzgar. No poner nuestros pensamientos en la cabeza del otro. No sabemos cuál es su relación con la situación que nos plantea y desde donde nos habla. Recibamos con humildad, sabiendo que con seguridad ¡no sabemos nada!
- Respirar profundamente una o dos veces antes de responder a algo, sobre todo si es negativo. Tal vez la persona ha tenido un mal día o simplemente lo que hacemos no le gusta. Está en su derecho.
- Comunicarnos desde el amor, es decir, sabiendo que la otra persona es un ser humano valioso que merece toda nuestra atención y que es mucho más que lo que hace o dice. Es un ser único e irrepetible.
- Ser abiertos de mente. Es decir, que podemos escuchar al otro y validar sus pensamientos aunque sean diferentes de los nuestros. Cada persona experimenta su existencia de forma única y así como yo pienso que tengo la razón, el otro piensa lo mismo. Así que lo importante es poder llegar a coincidir en algo, ceder, aprender, integrar y ante todo amar. No imponer.
Te invito hoy a revisar la forma en que te comunicas. ¿Sientes que todos están en tu contra? ¿Crees que siempre tienes la razón y los demás están equivocados? ¿No te encuentras a gusto hablando con algunas personas? Tal vez te pasa como a mí, y es necesario volver a encontrar nuestro centro, reflexionar, escuchar nuestra voz interior y conectarnos con nuestra intuición. Dar más para poder recibir de los demás. Siempre es un gran regalo lo que los demás nos aportan en las conversaciones así que… aprovechémoslo.