Cuando me preguntan por mi profesión, a qué me dedico, respondo que acompañar a otros a lograr sus objetivos. Muchas veces no se entiende bien esto de acompañar, pues siempre estamos esperando una respuesta a todos nuestros problemas, a nuestras dudas; alguien que nos diga como con una fórmula mágica, qué hacer, cómo lograrlo, en cuanto tiempo se puede, y cuales son los pasos a seguir, etc….
Muchas veces cuando acompaño en situaciones de duelo o de rupturas afectivas, las personas preguntan si será posible volver a vivir como antes y en cuanto tiempo se sentirán otra vez al 100% para continuar con sus vidas y por desgracia, es algo que no puedo responder. Sólo sé, que cada persona puede encontrar sus recursos propios si se da un espacio para recogerse y en silencio volver a su yo original. Esto quiere decir, darse el tiempo para vivir su duelo grande o pequeño, pero vivirlo.
Mi tarea… acompañarlo a que lo logre. Cómo? estando ahí, presente, muchas veces en silencio, otras con un diálogo que respete siempre su dolor sin tratar de resolverlo sino invitando a que lo viva realmente, que exprese sus sentimientos y prestando un oído atento a sus palabras.
Estando ahí, presente, sin juzgar. Todos los sentimientos son válidos en un momento doloroso. Poder expresarlos es parte de contar la historia y lograr que ésta evolucione. No hay sentimientos buenos ni malos y es necesario dejar que salgan -cuidando de no dañar a otros-, pero si darles espacio para que sean aceptados y poder corregir si hace falta, perdonar y reparar.
Estando ahí presente, sin pretender que el otro sane en determinado tiempo. No hay tiempo para el dolor, ni hay dolores mayores o menores. El sufrimiento es personal y es necesario elaborarlo, comprenderlo y aceptarlo. Darle cabida dentro de nuestra vida.
Estando ahí presente, apoyando y animando a mirarse, conocerse, aceptarse y vislumbrar un futuro posible, con el dolor abrazado pero mirando un nuevo amanecer en la vida. Ayudar a plantear un nuevo proyecto de vida, sin la persona presente pero con su recuerdo muy vivo en la mente y el corazón. Ayudar a plantear una nueva cotidianidad ante una enfermedad crónica o terminal que nos arrebata el futuro que teníamos planeado.
Esta forma de acompañar al otro es válida también, para quien se encuentra estancado y no logra ver su potencialidad, para quien no le encuentra el gustico a la vida y su cotidianidad se ha vuelto rutina y carece de ilusiones.
Me encanta acompañar a las personas por el camino de la vida, al lado unos de otros respetando nuestra libertad, aprendiendo, explorando y ante todo disfrutando del arte de vivir.