Empezamos un nuevo mes, en medio de una pandemia que cumple mas de un año. Ha sido un tiempo difícil, de muchos retos pero también de grandes aprendizajes. ¿Qué vamos a contar a nuestros nietos, o a otras personas más adelante, sobre este periodo? ¿Cómo queremos que termine esta historia?
Los seres humanos podemos elegir, y eso es lo que nos hace específicamente humanos. Elegir como queremos vivir, que lecciones aprender, como dar una vuelta a lo que nos sucede. Aunque todos sufriremos alguna vez, también tendremos éxito en algo y disfrutaremos muchas cosas. Nos sentiremos tristes pero también alegres. Perderemos algún ser querido o nos enfrentaremos a la muerte propia, pero también veremos el milagro de la vida cada día frente a nosotros. Sentiremos miedo, rabia, pero también valentía, amor y compasión. Todo esto es parte de nuestra humanidad compartida.
Pero el decidir que hacemos con lo que nos pasa cada día es personal y le da curso y dirección a nuestra vida. Nuestras elecciones y no nuestro pasado, ni otras personas, ni ninguna circunstancia o situación son las que determinan la vida que queremos vivir. La elección la hacemos a diario, y nos entregamos al papel que queremos representar, de víctimas pasivas donde el universo está en contra nuestra, donde todos nos hacen daño o de dueños y señores de lo que queremos, aceptando los contratiempos pero tomando cartas en el asunto para hacer realidad una vida plena y significativa.
El exceso de futuro produce ansiedad, si nos quedamos en el pasado, alimentando la tristeza y lo que no fue, nos deprimimos. Elige cada día ser dueño de tu existencia y vive de acuerdo con lo que es importante para ti, sin expectativas, sin comparaciones.
Durante mucho tiempo estuve sumida en el mundo del victimismo, pensando que lo que me pasaba era producto de mi crianza, de no sentirme amada ni apoyada por nadie, de tener que cumplir con un rol que se me exigía sin que yo hubiera querido, como obligación de representar lo que se esperaba de mi. Y no voy a decir que cambiar haya sido fácil, pues lo fácil es culpar a otros, culpar al entorno y las circunstancias.
Lo difícil es hacerse cargo y darse cuenta que aunque culpemos a los demás por lo que nos pasa, somos nosotros quienes hemos tomado cada decisión, aunque sea desde la inconciencia, o sea hemos decidido seguir la corriente o la masa, pues es mas tranquilo conformarse con los que se espera de nosotros que plantarse en nuestros deseos y hacer la diferencia. Salir de la zona de confort requiere tener una disposición valiente a mostrarnos en nuestra vulnerabilidad, pero logra que cumplamos nuestros sueños y no los de los demás.
Puedo haber tenido un pasado difícil, haber sido abandonado, juzgado, no amado/cuidado, abusado, violentado, haber vivido con carencias materiales y emocionales o en la abundancia de amor y cuidados; pero lo que hago con eso, es lo que hace la diferencia.
Vemos seres humanos que lo han tenido todo pero su vida es vacía y otros que han sufrido lo indecible y hoy le entregan pasión y valor a la humanidad.
Resiliencia o voluntad de sentido, es lo que me hace salir de toda la adversidad sufrida y encontrar un nuevo sentido, un nuevo amanecer. Y ésta teoría siempre me lleva a preguntarme ¿qué es lo que hace que algunas personas lo logren y otras no? Y creo que se trata precisamente de poner en acción aquello que nuestro espíritu nos señala como camino. A nadie le gusta sufrir por naturaleza, pero siempre obtenemos ganancias de nuestras decisiones. Así que preguntarnos el por qué nos quedamos sufriendo, o por qué no logramos ver la luz al final del túnel es el primer paso para tomar acción.
Algunas preguntas y acciones que nos pueden ayudar a transformar lo que nos pasa en aprendizaje:
- ¿Por qué me estoy quedando estancada en este sufrimiento/situación/dolor/lugar etc… y no logro seguir adelante? Cuál es la ganancia oculta que estoy experimentando y me hace quedarme en esta zona de confort aunque no sea buena o adecuada?
- Escribe en un cuaderno o diario la situación que te tiene sufriendo. Descríbela lo mejor que puedas
- Saca cada uno de los personajes de esa situación e intenta mirar su comportamiento y cómo te ha hecho sentir a ti
- Mírate ahora como el personaje principal de la historia. ¿Eres una víctima de todas las personas y de la situación general? ¿Podrías ser protagonista? Cómo tus acciones afectan a los demás?
Vernos como protagonistas y no solo como espectadores de una situación nos permite involucrarnos para dejar de ser unas victimas del mundo y poder entender que podemos aprender, hacer las cosas diferentes, relacionarnos con los demás de otra manera, dar un vuelco a lo que nos pasa, para hacer algo útil con eso.
Te invito a hacer el ejercicio y resignificar tu dolor, o simplemente ver una situación o una relación de otra manera. Está en tus manos ser feliz y vivir una vida plena y significativa.
Con cariño:
Emily