Pienso mucho en este tema. La palabra apego me hace recordar mis épocas en el colegio en clase de manualidades, untando colbón (pegamento blanco corriente) a una hoja para pegar recortes de revista y hacer un collage. Para mi era tan difícil, siempre tenia las manos pegachudas, no podía casi ni moverme, y lo peor, una vez pegabas un recorte de papel sobre tu hoja en blanco, era imposible despegarlo así que no había opción sino hacerlo perfecto, el error hacía que tocara empezar de nuevo la labor. Y así pienso en los apegos. Ese querer que todo sea perfecto pero que en realidad no lo es; me siento unido pero no por lazos reales y sin libertad. No me puedo desprender, y siento que mi vida no tendrá sentido si esa persona no está mas a mi lado. El miedo a que las cosas no sean como las imagino, la inseguridad de perderlo todo…
El apego es creer que algo o alguien externo a mi, es mi felicidad. Es el mayor causante del sufrimiento humano, como nos enseña el budismo y es que nace desde la carencia, desde la falta de amor. Cuando uno ama desapegadamente, ama libremente, no necesita al otro. No necesita controlar para supuestamente estar seguros. Ese miedo que nos lleva a actuar así, hay que cambiarlo por seguridad; por dejar ser al otro para dejarlo crecer. En occidente somos más apegados, Porque nuestro sistema se basa en el consumo y no hay consumo si no hay necesidad. Así que creamos necesidades y las alineamos con la promesa de llenar el vacío y encontrar la felicidad. El sistema económico se mueve por el apego a las cosas, y por lo tanto es impensable decir que no necesitamos casa propia, carro propio y de todo propio, pareja hijos etc… no nos enseñaron que todo es transitorio, e impermanente y no nos enseñaron que somos seres humanos completos y valiosos por nosotros mismos, sin necesidad de nada ni nadie que nos valide.
La vida nos muestra una y otra vez, que las cosas se pierden, las empresas quiebran y cierran, nos despiden de los trabajos, las familias se rompen, los hijos se van, las personas mueren. Y la vida continúa. Y muchas veces pensamos que no vamos a poder seguir viviendo si nos falta algo, pero sí lo logramos. La cuestión es, si logramos encontrar una vida plena a pesar de no tener aquello en lo que habíamos puesto todo el sentido, el valor, el significado y la felicidad.
Muchas veces nos quedamos ahí sumidos en el dolor, en el resentimiento y nos peleamos con la vida por el resto de nuestros días. Culpamos a los hijos que se fueron y nos dejaron, como si no fuera lo normal; culpamos al jefe que nos despidió; culpamos a Dios que se llevó a nuestro ser querido. Y no volvemos a encontrarle el gustico a la vida, vamos por ahí cabizbajos y sin ilusiones.
Cuando culpamos a los demás no nos hacemos responsables, dueños de nuestra vida y por eso no podemos tomar acción, sino que nos quedamos esperando a que todo cambie, los demás caigan en cuenta que nos abandonaron, nos hicieron daño. Y eso no va a pasar.
Hemos perdido el control, que en realidad nunca tuvimos, era una ilusión. Sólo podemos controlar lo que nos pertenece, y eso es únicamente las elecciones que tomamos ante nuestra propia vida.
Hoy te invito a revisar a qué estás apegad@. ¿A tus hijos? ¿A tu pareja? ¿A tus bienes materiales? ¿A tu ¿A tu estatus social? ¿A tu estilo de vida? ¿A tus creencias? ¿A tu imagen personal? ¿A la vida misma?
¿Qué es lo que te está quitando libertad?
Algunas claves para vivir sin cadenas:
No es un tema fácil, porque está muy arraigado en nuestra cultura. Pero si es posible trabajar en el desapego y bajarle al sufrimiento que nos produce el temor a perder a alguien, el miedo a cambiar de vida, la inseguridad de no alcanzar algo.
Te invito hoy a reflexionar a qué y quien estás apegad@ y empezar a poner acciones que te ayuden a reducir tus niveles de ansiedad, construir amor propio y vivir mas plenamente.
Te puedo ayudar, escríbeme.
Emily Atallah