¿Mis propósitos de año nuevo llegan máximo hasta febrero?
Todos podemos ser los conductores o ser pasajeros de nuestra vida. Cuando somos los conductores, tomamos las decisiones. Cuando somos pasajeros, nos dejamos llevar por el estrés, la culpa, la ansiedad, la moda etc…
Procrastinamos, nos inventamos excusas, hacemos otras cosas que no tienen nada que ver con nuestros objetivos, culpamos a los familiares por distraernos, asistimos a reuniones que no teníamos que asistir. Nos escondemos asustadizos por todo lo que pudiera salir mal, en lugar de hacer frente, aprender y levantarnos nuevamente a pesar de todo. En fin nos distraemos fácilmente, dejamos de disfrutar la vida y empezamos a vivir en piloto automático.
Nuestros propósitos y objetivos, deben estar basados en lo valioso para cada uno de nosotros, lo que nos llevará a actuar por convicción interior (siempre hacemos lo que en realidad queremos hacer); deben ser concretos, medibles y realizables.
Conectar con lo valioso, es la mejor motivación para el cambio. Qué quiero lograr, para qué quiero lograrlo, cómo lo voy a realizar y cuándo. Si la actividad está ligada a algo muy valioso para mí, como por ejemplo, si quiero adelgazar para sentirme mejor, para vivir mas años saludables, para verme mas atractivo/a, para conquistar un amor, etc… y esto está conectado con algo que me atrae mucho porque sé que me traerá beneficios personales (aunque sea difícil y me genere dolor mientras lo logro). Cuando encuentro ésto que le da sentido a mi vida en este momento preciso, me comprometo y voy en pos de lo que quiero. Si no lo hago, ignoro el llamado a realizar el cambio, o reprimo ese deseo de alcanzar eso tan importante, voy a sentirme frustrado, a veces triste, incluso, incapaz. La elección es personal y si no voy hacia lo que mi conciencia me dirige (como si fuera una brújula de sentido), esa vocecita interior se va apagando; llega la angustia, el conflicto y al final el vacío existencial.
Cuando nos planteamos objetivos drásticos, que impliquen un cambio estructural de nuestra persona, nos quedamos si acaso, a mitad de camino. El cambio debe ser constante, pero de a pasitos, como de bebé. También debemos distinguir entre una situación que es susceptible de cambiar de otra que no lo es.
En lugar de plantearnos cambiar nuestra manera de vivir de un solo tajo, y radicalmente, podemos hacer un listado en lo que nos gustaría mejorar e ir haciéndolo poco a poco. En lugar de decir que no vamos a volver a comer dulces, harinas, comida chatarra “nunca más”, podemos ponernos objetivos mas realistas y empezar de a pocos, incrementando nuestra ingesta de verduras, haciendo que el postre sea un fruta tres veces a la semana, comiendo comida chatarra sólo dos veces etc…. Esto es sólo un ejemplo, cada uno puede establecer sus propios objetivos y si se le dificulta demasiado, puede pedir ayuda a un coach, a un consejero, etc… para que lo asista estableciendo los objetivos concretos para ir alcanzando las metas durante el año. Si vamos poco a poco, podremos ver resultados rápido, felicitarnos y motivarnos para seguir adelante. En lugar de decir que “tengo” que bajar 20 kilos, puedo decir que “quiero o deseo” bajar 2 kilos en el mes. esto es más posible y lograble y al final del mes podré darme un premio. Y si por casualidad puedo tener un compañero para trabajar, mejor. Todo en relación es diferente, más motivante, con mayor apoyo.
Aunque hagamos todo esto, podemos caer, desmotivarnos, procrastinar y abandonar muchas veces. Lo importante es volver a levantarse muchas otras y esto depende de lo valioso que sea para nosotros el objetivo.
Lo importante es que el año que viene lo abracemos con ilusión. Hemos vivido un año retador, lleno de cosas que nos confrontaron, que nos hicieron de algún modo reflexionar para bien o para mal en nuestra vida y la forma como venimos relacionándonos con nosotros mismos, con los otros y con el planeta. El reto es tomar conciencia, vivir el presente, valorar cada día, amar la vida. Cada año trae sus propias dificultades y el que viene no será la excepción. Lo importante es que ya tenemos más habilidades para afrontar lo que la vida nos pide.
Emily Atallah