Diciembre para muchas personas es un mes caótico, de desorden en todas las áreas de la vida, de emociones a flor de piel. Y la mayoría de las veces, es un mes donde la corriente de la vida nos lleva de arrastre con más fuerza que en cualquier otro mes del año.
En una época donde queremos expresar a los demás cuánto significan para nosotros y lo valiosos que son… Los llenamos de chucherías (objeto de poca importancia, generalmente de pequeño tamaño y de más valor sentimental que económico, especialmente el que se regala) y recibimos miles de cosas que no podemos ni disfrutar.
Tanto gasto, tantas excusas, tanto sinsentido… ¡Por una navidad significativa!
Y para esto hay que reflexionar sobre cuál es el significado de regalar en estas fechas. Hay personas de todas las religiones igualmente metidas en el tren de los regalos. Y no voy juzgar si es lo que se debe hacer o no; ya sabemos que en el análisis existencial no calificamos nada bueno ni malo; son sólo relaciones con las circunstancias, las personas, el entorno y las cosas.
La idea es que celebremos y regalemos de manera consciente, no porque es lo que todos hacen. Recordemos que el mundo consumista nos va envolviendo y terminamos haciendo las cosas sin darles un espacio de reflexión. Los árboles de navidad cambian de colores cada año, las tendencias en la decoración de la temporada, los juguetes nuevos, los «detalles» que damos a los demás que al final drenan nuestra billetera.
Dar sentido a lo que regalamos es mirar más allá de nosotros, de la moda, de todo lo que la gente hace y ver cómo lo que yo doy, tiene una utilidad y cómo al final, será eternizado. Eso es el alma de las cosas. Deben tener un propósito y luego continuar sirviendo o poder ser dispuestos de tal manera que no dañen al planeta. Un objeto que no sirve para nada y se deja abandonado dañándose, es un objeto que no tiene alma o propósito.
Recuerdo las montañas de regalos junto al árbol cuando tenía mis hijos pequeños. A ellos les era muy difícil centrar su atención pues había tanto por desempacar que lo hacían automáticamente, rompiendo y tirando papeles de colores. Quedaban empachados de tanto juguete, ropa, zapatos, etc… y al recoger yo debía fijarme en no botar algo a la basura, pues era tal el desorden que era muy difícil clasificar y guardar todo después. Y todo lo que recibíamos sabíamos que había sido comprado especialmente para nosotros, con tanto cariño por parte de los abuelos, los tíos, los amigos.
Pero esto no tiene sentido. Y yo nunca hice nada para cambiar la situación, aunque me lo cuestionaba cada año nuevamente. Era difícil para mí, decirle a los abuelos que no nos dieran tantas cosas. Pero creo que hay métodos, ideas diferentes, que hacen más bien que mal en toda esta carrera por tenerlo todo.
Aquí algunas ideas para dar y recibir con sentido:
Poco a poco podemos ir cambiando la cultura para dar paso al sentido real de la celebración y el regalar.
Perdemos tiempo valioso con nuestros hijos por estar de compras… y muchas veces el mejor regalo es ser y estar con las personas que queremos, mostrarles nuestro aprecio, de manera profunda, en calidad y cantidad de tiempo, ayudándolos con sus cosas, somos tiempo y presencia.
Las celebraciones son importantes y hacen parte de nuestras tradiciones y cultura. De la rumba sin sentido por el agradecimiento verdadero y de corazón y la reflexión profunda para preparar un nuevo año lleno de oportunidades de crecimiento y desarrollo personal.
Emily Atallah