¿Por qué me pasan cosas malas, si trato de hacerlo todo bien?
Esta es la pregunta que me surge cada vez que se junta todo en mi contra.
Parece algo obvio, pero cada vez que nos pasa algo, independiente de la magnitud de evento adverso, nos enfrascamos en un sufrimiento, una rumiadera de pensamientos y nos preguntamos ¿por qué a mí?
Perdemos el trabajo, llega ese diagnóstico médico tan temido, nos quebramos, perdemos un ser querido, una amistad nos traiciona, un amor se aleja.
Cuando llegan los problemas, experimentamos el miedo, a perder algo valioso para nosotros. O tristeza, ver nuestros proyectos de vida interrumpirse y desvanecerse. Lo lógico es que nos paralicemos, que no nos provoque ni pararnos de la cama. Empezamos a ver pasar la vida frente a nosotros, pasan los días y no somos capaces de hacer nada.
También reducimos la vida a lo indispensable, a lo necesario. Escasamente hacemos lo que hay que hacer, y empezamos a retener, a ahorrar, desde las fuerzas, hasta el dinero. Es una forma de cuidarnos, naturalmente ante la avalancha de emociones que nos sobrepasa.
Todos pasamos por situaciones adversas aunque sea una vez en la vida, es inherente a nuestra humanidad. Y aunque no nos guste, y tratemos de evitar a toda costa el sufrimiento y los problemas, eso es imposible. Podemos querer vivir siempre felices, haciendo lo que sea por hacerle el quite a la enfermedad, al paso del tiempo, a la vejez y la muerte.
Lo bueno es que en esos momentos de dificultad es de donde se mide la madera que tenemos. Y todo tenemos madera.
Qué nos puede enseñar la adversidad?
Y es que la zona de confort es la zona de la anestesia. Cuando todo lo tenemos tan organizado, cuando no tenemos necesidad de nada, cuando todo es aparentemente perfecto, la vida se encarga de darnos un bofetón y decirnos ¡oye, hay mucho más afuera de lo que te estas perdiendo! Despierta. Hay personas por conocer, retos por alcanzar, aprendizajes nuevos etc…. Y eso es vivir realmente. Si no salimos y vivimos muertos de miedo, nos perdemos la vida. No seria mejor poder decir, ¿he muerto feliz? y no enumerar lo que me faltó por hacer y vivir.
Hay varios tips para sobrellevar los momentos difíciles:
Es necesario apropiarnos de nuestras emociones, heridas y dolores o ellas se apropiarán de nosotros y viviremos una vida gris, sin posibilidades, triste.
El problema de la adversidad, es que nos lleva a exponer nuestra vulnerabilidad, y eso no nos gusta. La vulnerabilidad es incertidumbre, riesgo y exposición emocional. Peor gracias a la vulnerabilidad nos reconocemos como realmente somos y encontramos el coraje para lidiar con la pérdida y encontrar el camino nuevamente. Puede que no sea en mis términos ni en mi tiempo, pero el coraje se demuestra cuando nos LEVANTAMOS Y COMENZAMOS OTRA VEZ.
Cientos de veces…. eso es lo que construye nuestro carácter y nuestra identidad.
¡Ánimo, aquí estoy para ti!
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