Las pérdidas, las dificultades, los problemas, las pruebas que afrontamos en la vida son una realidad.
¿Cómo queremos enfrentar esa realidad de sufrimiento inevitable?: con una actitud derrotista, con una actitud desesperanzada o con una actitud de entusiasmo y de posibilidad ante la vida. Esa es una elección nuestra, aunque a veces no parezca. Tomamos todo como un aprendizaje, como una oportunidad de cambio, como una forma de ayudar o dar algo a los demás o lo tomamos como un castigo, karma, mala suerte. Esa es la decisión.
No nos gusta sufrir, nos gusta tener el control de todo y cuando lo perdemos, nos desestabilizamos. Pero el sufrimiento es propio del ser humano, y aunque tratemos de estar siempre felices, hacer todo lo posible por vivir como nos gusta, con todo lo que queremos tener y hacer, negando la enfermedad y la muerte, vamos a sufrir de alguna manera.
Entre más huyamos de él, más se profundiza, porque no es tan sólo un problema que requiera solución. Hay que enfrentarlo, aceptarlo y elaborarlo. Las pérdidas, causan sufrimientos inevitables. Ya sucedió lo que sucedió; se perdió el trabajo, el dinero, se rompió la relación, se dio un divorcio, se perdió la salud, se perdió la vida. Ante lo inevitable… ¿qué hacer?
En el sufrimiento, nos enfrentamos al la ruptura del proyecto de vida, debemos aceptarlo y realizar un cambio de vida o de actitud. Hay varios tipos de sufrimiento y el ser humano debe enfrentarse con los dos primeros y desechar definitivamente el tercero:
Cuando atravesamos una situación en la vida, cualquiera que sea, podemos tomar varios caminos que van desde sumirnos en el dolor, el rencor, la tristeza, la rabia, la culpa, la victimización etc… o tomar una posición de dueños:
Vivir con sentido significa ver lo valioso en lo que sucede y encontrarle una lógica y un bien para mi vida. Puede ser la realización de un cambio de vida, un aprendizaje o un beneficio para alguien más. Eso me atrae y me lleva a elegir una actitud ante la situación que me da paz interior y es mi motor para continuar viviendo.
Por supuesto que todos quisiéramos vivir una vida plena y feliz, todos desearíamos poder superar las pruebas mas duras y salir adelante. Pero no es fácil, aunque la buena noticia es que es una elección personal.
Cuando elegimos vivir una vida llena de sentido, valiosa, sin tanta queja, crítica, desánimo y más accionar consciente, logramos ver que nuestro sufrir trae recompensas:
◦ Mi sufrimiento le puede servir a otra persona. Podemos compartir con otros lo que nos ha pasado y ayudarle a ver las posibilidades. A tiempo nos ayudamos lo dos. De aquí salen tantas iniciativas de voluntariados y ayudas a quienes nos necesitan.
◦ Cuando yo descubro que está en mi actitud, superar o no una dificultad, ese sufrimiento me lleva a crecer como persona.
◦ Cuando saco callo, cuando manejo de manera diferente mis problemas porque logro verlos como oportunidades de ayuda y crecimiento, sólo ahí puedo decir que he madurado. No es cuestión de edad, sino de actitud ante la vida.
Lo importante al final es recordar que bajo cualquier circunstancia la vida tiene sentido y merece ser vivida.
Ese valor de la actitud transforma el sufrimiento, la culpa y la muerte en esperanza y amor. El optimismo no es andar siempre por la vida como si no pasara nada, sino es una elección de mi ser libre-responsable. Decir si a pesar de todo.
Preguntas importantes para poder moverse hacia una actitud de vida con sentido:
Muchas veces nos movemos desde el miedo y el miedo nos paraliza. Tenemos miedo de volver a perder, de sentir de nuevo el dolor. y enfocamos nuestra atención sólo en eso en lugar de enfocarnos en ver lo positivo.
Pero el no movernos, nos hará perder la vida…
¿Con qué actitud queremos enfrentar la vida? ¿En dónde estoy enfocando mi atención?