Cuando estamos por un momento especialmente difícil no podemos ver las posibilidades de vivir una vida plena y feliz más adelante. Todo lo vemos color gris o negro, se nos dificulta hasta pensar. Nuestro ser se limita a tratar con ese sufrimiento y no nos sentimos capaces de hacer nada más.
Las preguntas de ¿por qué a mí? ¿por qué nadie me defendió? ¿por qué no lo rechacé? ¿por qué no lo ví venir? ¿por qué fuí la última en enterarme? se vuelven recurrentes y sin respuesta la mayoría de las veces. Los pensamientos perturban gravemente nuestra vida cotidiana y preferimos callar, tapar y ocultar antes que salir a enfrentar poniendo por delante toda nuestra vulnerabilidad.
Esas preguntas sobre el sufrimiento nos llevan a intelectualizar y racionalizar lo que sucede y las preguntas de ¿cómo voy a solucionarlo? ¿cómo voy a seguir viviendo con esto a cuestas? ¿cómo voy a hacer para ser feliz a pesar de esto? son las que nos invitan a movilizarnos y soñar en que es posible una vida, inclusive una significativa y feliz. No la misma que antes, pues hemos cambiado, hemos crecido y hemos vivido una experiencia de adversidad fuerte. Pero sí una vida nueva que incluya todo nuestro bagage.
¿Cómo encontrar sentido al sinsentido? Para poder movilizarnos e ir dando pequeños pasos para salir de nuestro estancamiento es importante que tratemos de comprender el por qué de las cosas. Aunque sintamos que sea injusto el sufrir una enfermedad terminal, nos ayudará saber lo que más podamos acerca de ella. Aunque sea incomprensible la muerte de un ser querido, hablar sobre la muerte y su inevitabilidad, pensar sobre nuestra propia muerte, tratar de entender las circunstancias en que ocurrió, nos ayudará a interiorizar el hecho y verlo de una manera más natural.
Tratar de comprender el comportamiento de un ofensor, aunque no se comparta, ayuda a dar explicación. Encontrar alguna lección después de una dificultad nos deja una sensación de victoria ante lo inevitable. Saber que lo que nos acaba de suceder es lo más fuerte que hemos vivido y que nada puede ser peor nos ayuda a sentirnos invencibles o por lo menos más fuertes.
Encontrar el sentido permite a la persona un mayor dominio de su existencia.
Algunos tips que nos pueden ayudar a vislumbrar la felicidad después de la adversidad: