Vivimos comparándonos con los demás. Creo que es algo totalmente humano y ya había escrito algo sobre esto. Nos comparamos desde pequeños con nuestros hermanos, luego en el colegio, la universidad, profesionalmente, familiarmente etc… nos comparamos en lo físico, en los títulos obtenidos, en nuestras ganancias, el tamaño de nuestra casa, la inteligencia de nuestros hijos.
Nunca estamos contentos con lo que somos y tenemos por estar mirando más afuera que adentro. Esto complica mucho nuestra vida, no nos deja vivirla sino que nos la pasamos viviendo la de los demás y deseando tener lo que no tenemos y ser lo que no somos. Son infinitas las categorías de comparación y también infinitas las personas con quienes podemos compararnos pero esto solo nos roba la paz interior y la alegría de nuestras vidas.
Las comparaciones siempre son injustas porque tienden a ser sobre lo peor de nosotros y lo mejor de los demás, necesitan ser medibles pero….¿quién puede medir la vida en general? ¿las alegrías y satisfacciones de las pequeñas cosas?
No vale la pena perder ni un segundo en ello. Somos únicos, irrepetibles e irremplazables lo que hace que la comparación sea imposible, que no ganemos nada y perdamos mucho, y que el campo de las comparaciones sea enorme. Perdemos el foco al estar pendientes de las vidas de los demás y generamos resentimientos muy profundos hacia los demás y hacia nosotros mismos al no alcanzar nunca lo que tanto deseamos.
Seguramente todos hemos experimentado el desasosiego generado por las comparaciones y deseamos muy en nuestro ser poder dejar de hacerlo en un mundo en el que nos enteramos de todo y se nos bombardea con ejemplos de «vidas perfectas» e inalcanzables.
Algunos tips para dejar de compararnos con los demás:
Te invito el día de hoy a reflexionar sobre las comparaciones y si quieres compararte, pues hazlo contigo mismo. Intenta lograr tu mejor versión, desarrollar tu persona cada vez más de acuerdo con lo que te gusta y con lo que quieres para tu vida, con lo que puedes ofrecer a los demás y al mundo. Esto simplifica tus relaciones, las hace mas puras y auténticas. Te hace ver a los demás en su verdadera y humana dimensión y amarlos por lo que son.